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Rechazo masivo al nuevo texto del tratado sobre contaminación de plásticos en las negociaciones celebradas en Ginebra

El presidente del Comité Negociador Internacional, Luis Vayas Valdivieso. EFE/EPA/MARTIAL TREZZINI

Isabel Saco

El presidente del Comité Negociador Internacional, Luis Vayas Valdivieso. EFE/EPA/MARTIAL TREZZINI

Ginebra, 13 ago (EFE).- Una arrolladora mayoría de países y la sociedad civil manifestaron este miércoles decepción y rechazo a la nueva versión del tratado global contra la contaminación de plásticos que se ha presentado en las negociaciones, que deben concluir mañana en Ginebra, y del que se han retirado elementos que molestaban a un grupo de países petroleros y a su industria petroquímica.

Manifestantes protestan contra la contaminación del plástico en Ginebra, Suiza. EFE/EPA/MARTIAL TREZZINI

La propuesta del presidente del órgano negociador, el embajador ecuatoriano Luis Vayas, fue recibida con un masivo rechazo de las delegaciones negociadoras de los países de todas las regiones, desde Latinoamérica, Asia y África, hasta la Unión Europa y los Estados insulares.

Las críticas se centran en la «escasa ambición» y en la «debilidad» del texto en su conjunto, que se reflejan en la ausencia de medidas de control a la producción y de las referencias al impacto en la salud humana, así como en el hecho de que hayan desaparecido las restricciones al uso de aditivos químicos tóxicos, entre otros.

Los países latinoamericanos lideraron el rechazo al texto, con Colombia, Chile, Panamá y México que dijeron que resultaba «inaceptable» para ellos, una posición que fue largamente aplaudida y que luego apoyaron un país tras otro.

«Podemos alcanzar un acuerdo sobre contaminación de plásticos, que es para lo que estamos aquí, no para llegar a un arreglo político. Para eso queremos que la justicia y la ciencia vuelvan al corazón del texto, que tal como está es repulsivo y es una rendición», dijo en el plenario el jefe negociador de Panamá, Juan Carlos Monterrey.

Otros países afirmaron que la nueva versión -presentada a treinta horas de que concluyan las negociaciones- constituía una regresión frente a los progresos que se habían logrado en los últimos tres años de negociaciones, entre otra cosas porque no establece obligaciones, dejando todo a la voluntad de las partes.

Al mismo tiempo, la propuesta debilita el mecanismo futuro de toma de decisiones sobre el tratado y sirve para que este tipo de acuerdos evolucione y se adapte a los futuros avances tecnológicos y científicos.

Tras esta crisis en las negociaciones, los países y los activistas medioambientales temen un fracaso y que se pierda lo que los científicos creen que es una oportunidad histórica para afrontar el gran problema creado por los plásticos.

Por parte de las oenegés que participan como observadoras en estas negociaciones, el Centro de Derecho Ambiental Internacional opinó que el nuevo texto «se burla» del trabajo realizado hasta ahora y deja de lado un principio acordado desde el inicio y que consiste en que se debe abordar «todo el ciclo de producción» del plástico, desde su origen.

«Se trata de un tratado que garantiza que nada cambiará, cede a las demandas de los Estados petroleros y de la industria con medidas débiles y voluntarias que garantizan que seguiremos produciendo plástico a niveles cada vez mayores de forma indefinida», agregó.

La sección estadounidense de la organización ecologista Greenpeace reaccionó señalando que «el nuevo texto es un regalo para la industria petroquímica y una traición a la humanidad al no abordar en modo alguno la producción ni los productos químicos nocivos».

«Este texto glorifica la mentira de la industria de que podemos salir de esta crisis mediante el reciclaje, ignorando la causa fundamental: la expansión implacable de la producción de plástico», acusó.