Madrid, 27 sep (EFE).- Reducir el desperdicio de alimentos es una de las armas más efectivas ante la crisis climática. Así lo creen organizaciones que promueven una mejor gestión de la comida desde los comedores escolares para concienciar y rebajar el impacto medioambiental.
La ONG Enraíza Derechos -que persigue un modelo alimentario más sostenible- lleva más de un año colaborando con seis colegios de Madrid y el País Vasco para medir cuánta comida se tira a la basura en sus comedores, mediante un proyecto financiado por la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Madrid.
Tras cuantificar durante 5 días los restos de los platos y en la cocina en cada centro, registraron un desperdicio de casi 20 kilogramos (kg) por comedor y día y un total de 587,94 kg en los seis centros estudiados, un desperdicio diario por alumno de 68,2 gramos en primaria y 73 gramos en secundaria.
Mari Cruz Martín, coordinador del proyecto y experta en desperdicio alimentario, afirma a EFE que con pequeños cambios se pueden «conseguir grandes resultados, empezando por planificar mejor los menús, siendo más flexibles, adaptando las cantidades que se sirven».
Desperdicio y medioambiente, un vínculo directo

Desperdiciar comida no solo plantea un problema económico, sino un grave impacto en el ecosistema, por malgastar agua, energía y los recursos para producirla, además de las emisiones de CO2.
«Tirar comida es tirar dinero pero nos cuesta ver cuál es el impacto medioambiental (…) El desperdicio alimentario es responsable de entre el 8 y el 10 % de la generación de gases de efecto invernadero y utilizamos recursos naturales como el agua o la explotación de suelo agrario», observa la portavoz.
A pocos días para que se celebre el Día Mundial de Concienciación sobre Desperdicio Alimentario -el 29 de este mes-, esa entidad no es la única que trata de atajar el problema desde las escuelas. También la Organización de carácter estatal de Cooperación y Desarrollo Justicia Alimentaria lleva trabajando un año con colegios de la provincia de Valencia en un proyecto para reducir el desperdicio desde el ámbito educativo.
Según comprobaron en cinco colegios, cada semana se desperdiciaban casi 100 kg de alimentos en sus comedores, una media diaria de 19 kg por centro, y vieron que uno de cada 5 alimentos servidos en los menús escolares no era consumido, desechándose entre 82 y 128 gramos por comensal, un 22 % del total del menú.
Marta Herrero, coordinadora del proyecto en Valencia, indica a EFE que el comedor escolar es un «un espacio educativo» donde «una cantidad muy elevada de alimentos acaba todos los días en la basura».
Desde Justicia Alimentaria inciden en el vínculo «directo» entre desperdicio de alimentos y emergencia climática, «una relación que la gente no tiene todavía integrada», según lamenta Herrero, que considera «imperante cambiar el modelo industrializado del sistema agroalimentario, que está detrás de gran parte de los problemas».

Soluciones
Desde las organizaciones proponen soluciones que incluyen planificar menús más flexibles, adaptar cantidades a necesidades y demandas del alumno o introducir cambios en la forma de servir la comida. Pero también gestionar la compra y el almacenamiento de alimentos, priorizando que sean frescos, locales y de temporada o mantener la temperatura de los platos.
España cuenta desde el pasado abril con una ley contra el desperdicio alimentario, cuyo objetivo es frenar el desperdicio de alimentos en toda la cadena alimentaria, desde los productores primarios, en la fase de cosecha y recolección, hasta los consumidores finales, tanto en los hogares como en bares y restaurantes.