París, 5 may (EFE).- Los máximos responsables de Renault y Stellantis pidieron este lunes a la Unión Europea una legislación especial para los coches pequeños, de forma que sean más accesibles y poder garantizar la continuidad de la industria europea del sector.
En una entrevista conjunta con el diario francés Le Figaro, el consejero delegado de Renault, Luca de Meo, y el presidente del consejo de administración de Stellantis, John Elkann, demandan a Bruselas una “política industrial clara” que permita reforzar el mercado y asegurar el tejido productivo.
“Lo que pedimos es una reglamentación diferenciada para los vehículos pequeños”, explica De Meo, quien detalla que “hay demasiadas reglas concebidas para los más grandes y más caros, lo que no nos permite hacer coches pequeños en condiciones aceptables de rentabilidad”.
Como resultado, “las normas europeas hacen que nuestros coches serán cada vez más complejos, más pesados, más caros y que la mayoría de la gente simplemente no pueda pagarlos”, insiste.
El patrón de Renault añade un ejemplo: “Entre 2015 y 2030, el coste de un Clio -un pequeño urbano- habrá aumentado un 40 %. Este aumento es atribuible en un 92,5 % a la reglamentación”.
Esta defensa de los pequeños vehículos atañe sobre todo a España, Francia e Italia, los tres mayores productores europeos en este segmento, y también en los que pesan más en el conjunto del mercado.
Los tres “pesan más en conjunto que Alemania en términos de producción. Es importante que estos países hagan una prioridad de la promoción de su industria”, apunta por su parte Elkann.
De Meo ilustra con la obligatoriedad de la asistencia para evitar el cambio involuntario de carril en carretera. ¿Es necesario en vehículos que pasan más del 95 % del tiempo en ciudad?
También apunta a que un pequeño urbano debe tener los mismos resultados en pruebas de choque frontal que un gran vehículo de lujo “que tiene el capó tres veces más largo. Es pura física. ¿Lo tengo que hacer de tungsteno?”, se pregunta.
El consejero delegado de Renault avanza que de aquí a 2030 deben entrar en vigor un centenar de nuevas normas, que “encarecerán el precio de nuestros automóviles en un 40 %”.
“Un cuarto de nuestra ingeniería está consagrado exclusivamente a la reglamentación”, se queja el responsable de Stellantis.
Ambos piden que la Comisión Europea, que hasta ahora ha apostado por el vehículo eléctrico, se centre en la llamada neutralidad tecnológica, es decir, buscar la reducción de emisiones sin importar qué tecnología se emplea.
Los consumidores europeos no han aceptado mayoritariamente hasta ahora los vehículos eléctricos, tanto por su elevado precio como por otras cuestiones, como la infraestructura de recarga.
“En estas condiciones, no conseguiremos sustituir todas las ventas actuales por eléctricos”, resume De Meo.
Elkann, por su parte asegura que “no somos nostálgicos del siglo XX”, pero insiste en que “queremos ofrecer a la gente los vehículos más limpios, pero también asequibles, que desean y necesitan”.
Para ello, ambos ejecutivos piden a Bruselas una política industrial clara. “El nivel actual del mercado (europeo) es un desastre”, asevera De Meo.
Elkann, por su parte, advierte de “decisiones dolorosas” en la producción en un plazo de tres años, por lo que pide “una decisión política clara” para asegurar un mercado importante y “que podamos seguir produciendo en Europa”.