Respuestas al apagón: del botellín en las terrazas a vaciar el súper

Una persona escucha una radio por pilas este lunes, durante el apagón en Madrid. EFE/ Blanca Millez

María López

Vista de un supermercado durante el apagón este lunes en una gasolinera. EFE/ Andreu Esteban

Madrid, 28 abr (EFE).- El corte del suministro eléctrico en todo el país es inédito y en ciudades como Madrid o Barcelona se han podido ver reacciones contrapuestas: algunos han optado por abarrotar las terrazas y apurar la cerveza, otros por vaciar los súper y acabar con las conservas, el agua, el aceite, las velas o las pilas.

Basta dar un paseo por el distrito de Carabanchel, en Madrid, para encontrar estas dos actitudes ante lo inesperado: quienes se preparan para lo peor, para incluso varios días sin luz, y quienes observan el caos agarrados a un botellín.

En uno de los supermercados que quedan abiertos en la calle Camino Viejo de Leganés, un Mercadona, hacen cola quienes se preparan. Hay electricidad gracias a un generador aunque no se sabe cuánto durará. Los lineales de productos frescos están llenos, mientras se vacían las conservas o la leche y a las 15:00 horas ya no quedan botellas de agua.

Marcos y Cristina, una pareja que ronda los 30, no han conseguido agua. Sí alubias, varias latas, pasta, porque su cocina es de gas, y aceite, para convertir en conservas los alimentos perecederos de su nevera. El apagón les ha cogido separados, pero han coincidido, sin poder comunicarse, en casa y han ido a por provisiones. En la cola comentan noticias que otras personas dicen haber oído en la radio sobre cuánto puede durar el apagón. Los rumores no se agotan.

Isabel, 48 años, ha llegado más tarde, al salir del trabajo y solo ha conseguido “lo que quedaba”: pan de molde, cereales y potitos, solo tres, para su hijo de 4 años. Vuelve a casa resignada esperando que no acierten los más pesimistas. Un joven ha incluido en su cesta un saco de carbón, aunque prefiere no explicar sus compras.

También en Barcelona ha planeado el fantasma del desabastecimiento, con el recuerdo reciente de la pandemia. Son muchos los que se han lanzado ya a los supermercados y a los bazares en busca de alimentos y de pilas, linternas o transistores. Entre los productos estrella: las radios a pilas, una conexión codiciada con la información.

La otra cara de la moneda se puede ver también en las ciudades. En Madrid, a unos metros del caos del supermercado, es el ruido de las conversaciones lo que llena la plaza de San Vicente Paúl. Las terrazas están abarrotadas, no hay luz, pero sí una temperatura agradable y un cielo despejado.

De la pausa disfrutan Andrea, Marta y Alex, también en la treintena. Han tenido que interrumpir su jornada de teletrabajo porque no tenían datos ni podían comunicarse y han optado por bajar al bar. Toman una cerveza y ese es su plan hasta que vuelva la luz o la bebida se caliente. Sobre la mesa hay una radio junto a unas pilas y unas velas. Tienen información, la poca que se conoce, más que la que circula en el supermercado.

Otras chicas se alejan por Avenida de Oporto, querían tomar un botellín pero no han podido porque no tenían dinero en efectivo y el datáfono no funcionaba. También se han ido a negro los dos cajeros cercanos a estos bares.

En las calles, repletas de gente, hay también comercios vacíos y otros en los que los comerciantes hacen guardia frente a la puerta.

Preparándose o pasando el mal trago con algo fresco, todos están a la expectativa de que el suministro vuelva.