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Restos hundidos de las guerras mundiales proporcionan un hogar para la fauna silvestre

Ejemplos de especies marinas identificadas a partir de las imágenes tomadas por el sumergible. Crédito:  Andrey Vedenin et al./Communications Earth & Environment

Redacción Ciencia, 25 sep (EFE).- Las dos guerras mundiales dejaron munición y otros restos en lechos marinos, y décadas después son hogar de la fauna marina, que en ocasiones se concentra más allí que en el sedimento circundante.

Dos estudios que publican revistas del grupo Nature se centran en este aspecto. El primero en la munición de la Segunda Guerra Mundial que está en el lecho marino del mar Báltico y el segundo cartografía una flota de naufragios de la Primera Guerra Mundial en Maryland (Estados Unidos).

Investigadores alemanes analizaron con un sumergible controlado a distancia un vertedero de munición descubierto en octubre de 2024 en la bahía de Lübeck, en el mar Báltico, y publican sus resultados en Communications Earth & Environment.

El estudio muestra que hay más vida en algunas municiones de la Segunda Guerra Mundial que en los sedimentos que las rodean y que algunos organismos marinos pueden tolerar altos niveles de compuestos tóxicos si proporcionan una superficie dura en la que habitar.

Los investigadores, encabezados por el Departamento de Investigación Marina de Alemania identificaron ocho especies de epifauna (que vive en la superficie de estructuras marinas) invertebrada y tres de peces, como cnidarios y anémonas.

Antes de la firma del Convenio de Londres de 1972 sobre la prevención de la contaminación marina, las municiones explosivas se eliminaban con frecuencia arrojándolas sin usar al mar, recuerda la revista.

Estas suelen contener sustancias químicas altamente tóxicas para la vida marina, aunque las carcasas de metal duro pueden proporcionar una superficie adecuada para que se pueda habitar en ellas.

Las aguas alemanas, señala el estudio, contienen 1,6 millones de toneladas de municiones, la mayoría de ellas vertidas tras las guerras mundiales.

Los autores identificaron las municiones desechadas como ojivas de bombas volantes V-1, un tipo de misil de crucero primitivo utilizado por la Alemania nazi a finales de la Segunda Guerra Mundial.

Descubrieron que había una cantidad significativamente mayor de vida marina presente en las municiones que en los sedimentos: una media de alrededor de 43.000 organismos por metro cuadrado, frente a los aproximadamente 8.200 organismos por metro cuadrado.

Las concentraciones de compuestos explosivos, principalmente TNT y RDX en el agua variaban considerablemente, desde solo 30 nanogramos por litro hasta 2,7 miligramos por litro, un nivel que se acerca a los umbrales de toxicidad para los organismos acuáticos.

Esos organismos marinos se observaron principalmente en las carcasas y no en el material explosivo descubierto, por lo que el equipo considera que puede reflejar que las formas de vida intentan limitar su exposición química.

Además, sugieren que, en comparación con los sedimentos circundantes, las ventajas de vivir en las superficies duras de las municiones superan las desventajas de la exposición química.

Aunque esas municiones son actualmente un hábitat importante en la bahía, sustituirlas por una superficie artificial segura beneficiaría aún más al ecosistema local, indican los autores

El otro estudio, publicado en Scientific Data presenta un mapa fotográfico de alta resolución de los 147 pecios que componen actualmente la denominada «flota fantasma» de Mallows Bay, en el río Potomac.

Estos barcos se construyeron durante la Primera Guerra Mundial y fueron deliberadamente incendiados y hundidos a finales de la década de 1920.

Sus restos son ahora conocidos por ser el hábitat de una gran variedad de fauna silvestre, como águilas pescadoras (Pandion haliaetus) y esturiones del Atlántico (Acipenser oxyrinchus).

Los autores creen que ese mapa puede ser útil para futuras investigaciones arqueológicas, ecológicas y culturales sobre la flota.