Jose Oliva
Barcelona, 20 abr (EFE).- El historiador británico Roger Crowley, autor del ensayo ‘Especias’, en el que analiza la historia de estos condimentos, que fueron el motor de la economía mundial en la Edad Moderna, considera que ese papel lo juegan hoy la Inteligencia Artificial y las tierras raras.
En una entrevista con EFE, Crowley asevera que “la IA y, en un plano más tangible, determinados minerales y las tierras raras jugarían el papel que tuvieron las especias en el pasado”.
Recuerda el autor que “en Ucrania hay mucho litio, necesario para la fabricación de baterías, y no es extraño que Donald Trump haya planteado en relación a la guerra en Ucrania su interés por esas tierras raras, como ocurre también con su interés por Groenlandia”.
La lucha que hubo en el pasado por el control de las especias se ha convertido ahora, añade el historiador, en “una pugna por el control de los minerales, especialmente entre China y EE.UU.”.
La importancia de las especias estuvo ligada, según Crowley, a varios factores: “algunas propiedades medicinales, en algún caso se les atribuyeron propiedad mágicas y, en tercer lugar, hacía más interesante una comida aburrida”.
Rápidamente, se convirtieron en un negocio, pues “desde el precio de origen hasta que llegaban a Europa podía haber diferencias de un 1000 % y su uso en el ámbito privado otorgaba estatus de riqueza personal”.
Aunque hubo presencia de las especias durante 4.000 años de historia, entraron en el imaginario europeo a partir de las ideas y los relatos de Marco Polo, y cuando Venecia las compraba a Egipto era un producto muy caro.
Lucha de España y Portugal por las Molucas
El imperialismo y la navegación se aliaron para encontrar precios más baratos y exploradores españoles y portugueses compitieron por encontrar su origen hasta que, finalmente, en 1511, los portugueses alcanzaron las Molucas, las codiciadas islas de las especias, y se desató una encarnizada lucha por el control de este valioso comercio, al que posteriormente se sumaron las otras potencias marítimas, Reino Unido y Países Bajos.
Indica el autor en ‘Especias’ (Ático de los Libros) que, aunque los portugueses fueron los primeros en llegar a las Molucas, España no quiso quedarse al margen y de ahí la célebre expedición de Magallanes, completada por Elcano, que pretendía establecer la presencia española en las codiciadas islas.
“Portugal tenía una clara ventaja en Asia, dada su establecida ruta marítima a través del Índico y la costa africana, por lo que Carlos V optó por apaciguar las tensiones con la vecina Portugal a través del matrimonio con Isabel de Portugal en 1526, y en el tratado de Zaragoza de 1529 selló la paz entre las dos monarquías ibéricas renunciando a las Molucas, pero reteniendo sus derechos sobre las Filipinas, que conquistaría su hijo Felipe II”.
La renuncia definitiva a colonizar las Molucas en 1533 facilitó, según Crowley, “la expansión imperial española durante el siglo XVI en América”.
Crowley indica que, entre 1511 y 1571, año en que el español Miguel López de Legazpi funda Manila, “las potencias europeas conectaron los océanos, consiguieron asombrosos avances militares y de navegación, construyeron imperios marítimos y alumbraron el nacimiento del comercio global”.
Desde los astilleros de Sevilla hasta los confines del Pacífico, pasando por las ardientes islas volcánicas de Indonesia, el gélido círculo polar ártico o las costas de China, Crowley describe una época histórica en la que “los viajes transformaron la economía mundial y sentaron las bases de un orden global que perduraría durante siglos”.
Si desde Asia llegaron el clavo o la canela, en América, los españoles descubrieron nuevas especias como el chile y la vainilla, que se integraron a la cocina internacional.
El real de a ocho
En ese comercio internacional jugó un papel fundamental el real de a ocho, considerado “el dólar español”, una moneda creada a partir del descubrimiento por parte de los españoles de las minas de plata en el continente americano en 1545.
Un cambio en el sistema fiscal chino, hacia 1570, determinó que el pago de los impuestos, hasta entonces con las cosechas, pasó a hacerse con plata, “así que cualquiera que quisiera comerciar con China necesitaba plata”.
En ese contexto, “las especias, en primera instancia, impulsaron la circulación del real de a ocho, pero posteriormente multiplicaron el comercio de la porcelana Ming de China, una cerámica muy valiosa que nadie logró imitar, por lo que millones de piezas circularon en los siglos XVI y XVII, convirtiéndose también en una mercancía global”.
Preguntado por las políticas arancelarias de la administración Trump, Crowley señala que “la historia nos enseña que el comercio funciona mejor sin barreras, y si un país empieza a proteger demasiado las vías comerciales imponiendo aranceles, no solo causará daños a los países afectados, sino a todo el sistema comercial mundial”.
Imponer aranceles, añade el historiador británico, “no beneficiará a nadie, porque otras naciones impondrán otros aranceles, aumentarán los precios y perjudicará el empleo de ciertos sectores, afectará a las cosechas y, de rebote, acabará afectando a EE.UU.”.