Castellón, 4 ago (EFE).- El Rototom Sunsplash, que se celebra del 16 al 23 de agosto, cumple este año su trigésima edición consolidado como uno de los festivales de reggae más grande de Europa y manteniéndose fiel durante estas tres décadas a sus raíces musicales y a una filosofía cultural alternativa, con las que ha forjado una identidad propia en medio de la amplia oferta de eventos musicales en la costa mediterránea.
Lo que hoy es un encuentro internacional multitudinario e intercultural nació en 1994 en una pequeña localidad del norte de Italia, Gaio di Spilimbergo, como un modesto homenaje a la cultura jamaicana impulsado por un grupo de jóvenes apasionados por el reggae y el activismo social.
Un equipo “tan idealista como amateur” que diseñaba a mano los carteles de artistas y se ayudaba de los vecinos del pueblo para el montaje de los escenarios, y que sigue al frente del certamen más de tres décadas después, recuerdan desde la organización.
Aquella primera edición, bautizada como Rototom -en honor a una percusión característica del reggae- Sunsplash, el ‘apellido’ del legendario festival celebrado en Jamaica hasta finales de los 90, apenas reunió a un millar de personas frente a las más de 200.000 que confluyen actualmente en esta ciudad del reggae, con siete escenarios y una decena de áreas extramusicales que emulan distritos urbanos y ofrecen cultura ininterrumpida a público de cualquier edad.
Ese tímido origen plantó la semilla de un proyecto que, desde entonces, ha crecido de forma constante, tanto en público como en ambición artística, social y cultural.
2009, el punto de inflexión
La historia de Rototom es una historia de éxodos. En 2009 el festival decidió hacer las maletas y mudarse de Italia ante un contexto represivo a nivel cultural y políticas contrarias a la interculturalidad, la convivencia y la paz.
Buscó una nueva sede fuera de Italia y la encontró en Benicàssim, una nueva tierra con experiencia en festivales, buenas conexiones y clima cálido, donde echó raíces en 2010 y en la que Rototom Sunsplash ha dado un salto geográfico, del territorio alpino a la costa mediterránea, y de público, multiplicando exponencialmente su asistencia.
“El Rototom nunca ha sido solo un festival de música, sino un espacio de encuentro, de reflexión y de convivencia entre culturas”, explica a EFE su director, Filippo Giunta. “Desde el primer día, nuestra intención fue crear una ciudad efímera donde la gente pudiera vivir durante una semana una utopía posible”, indica.
Ese espíritu se mantiene tras 30 ediciones
El festival ha combinado durante años los conciertos de grandes figuras del reggae con actividades paralelas para todos los públicos. Desde debates en el Foro Social, que regresa al Teatro Municipal de Benicàssim y que este año abordará la emergencia humanitaria en Gaza, la crisis climática o los retos de la interculturalidad, a talleres de ciencia, agroecología o artesanía; sesiones de baile afromoderno o yoga; cine, cuentacuentos y áreas de juego libre, o actividades de cultura urbana, entre muchas otras propuestas.
La fidelidad del público, que se reconoce en el relato ideológico del encuentro reggae en torno a los valores de paz, respeto, sostenibilidad y justicia social, ha sido otro pilar de su continuidad. Buena parte de los asistentes repite año tras año, generando una comunidad estable en torno al evento.
Además, el Rototom, con el que EFE mantiene un acuerdo para la distribución de contenidos, se ha adaptado a los cambios generacionales sin renunciar a su identidad, abriendo su universo sonoro -además de reggae, proyecta muchos más ritmos de raíces jamaicanas, desde el dancehall al dub, el ska, el hip hop (como muestra la presencia de los cubanos Orishas este año) o la cumbia; y dotando de contenido propio “y cuidado” a los diferentes espacios culturales para público infantil, juvenil y adulto.
La edición de 2025 promete ser especialmente simbólica bajo el lema ‘Celebrating life’, que busca rendir homenaje a su legado sin dejar de mirar hacia el futuro con optimismo.
En lo musical, el cartel cuenta con exponentes del dancehall como Shaggy o Spice; con Burning Spear, exponente mundial del reggae más místico, o Tiken Jah Fakoly, una de las voces africanas más influyentes; y con Koffee representando al reggae más contemporáneo.
Los guiños escénicos a Bob Marley y a los 80 años que cumpliría este 2025 se plasmarán en la presencia de sus hijos, Julian Marley y Ky-Mani Marley; de The Wailers, la banda de Marley; y de Marcia Griffiths, pieza clave de las I Threes, que acompañó a Bob Marley & The Wailers.