Moscú, 12 ago (EFE).- Rusia conmemora este martes el 25 aniversario del hundimiento del submarino atómico ‘Kursk’, en el que perecieron sus 118 tripulantes, con la guerra de Ucrania como telón de fondo y el tradicional silencio del Kremlin sobre la tragedia.

Las actividades dedicadas al cuarto de siglo del hundimiento del submarino se celebran en distintos puntos de Rusia: en Múrmansk, base de la Flota del Norte; San Petersburgo, cuna de la Armada; en Kursk, cuyo nombre portaba el submarino siniestrado, y en Sebastopol, base de la Flota del Mar Negro.

En la antigua capital zarista se ofició una misa en la catedral de San Nicolás de los Marinos y se celebró una ceremonia en el cementerio memorial de San Serafín, donde están enterrado más de una treintena de los marineros fallecidos.
«Esta tragedia se convirtió en símbolo del coraje ilimitado de los submarinistas, que se mantuvieron fieles a su deber hasta el final. Para muchas familias es una herida que no sana, pero para todo el país, es un recordatorio sobre el valor del servicio y las hazanas», escribió en Telegram el gobernador de Múrmansk, Andréi Chibis.
Junto al monumento dedicado a los marineros que han muerto en tiempos de paz, representada por la torreta del submarino, se congregaron hoy autoridades locales, representantes de la Comandancia de la Flota del Norte y veteranos, según informó TASS.
En Múrmansk se celebraron, además de una misa, otras ceremonias conmemorativas, incluyendo la de Vidiáyevo, base de la Flota del Norte de la cual partió el ‘Kursk’ a su última travesía.
«El hundimiento del ‘Kursk’ fue una tragedia para todo el país, pero para Kursk, para la región de Kursk, fue una tragedia doble», afirmó el gobernador de esta región fronteriza rusa, Alexandr Jinshtéin.
La autoridad local recordó que entre las víctimas del accidente había siete marinos nacidos en esta región, que fueron sepultados en el Memorial Central de la ciudad de Kursk.
Estas declaraciones contrastan con el silencio al respecto del presidente ruso, Vladímir Putin, que jamás ha asistido a ninguna conmemoración de la tragedia.
El 12 de agosto de 2000, la tragedia del submarino sorprendió a Putin en el balneario de Sochi (mar Negro), y decidió no interrumpir sus vacaciones, a lo que se añadió los más de siete días en que no se pronunció sobre el suceso, comportamiento que le supuso duras críticas.
Aunque el submarino fue localizado en el fondo del mar en la madrugada del 13 de agosto, el Kremlin tardó cinco días más en dar luz verde a la operación internacional de rescate.
Solo el 16 de agosto, cuando las fuentes oficiales reconocieron que la tripulación ya no daba señales de vida, Moscú accedió a que la OTAN emprendiera una operación internacional de rescate.
El 21 de agosto un equipo de buzos noruegos logró abrir una de las escotillas pero sólo encontró agua. Y no fue hasta ese día cuando la Armada rusa decidió a comunicar de forma oficial que los 118 tripulantes habían muerto.