Luis Miguel Pascual

París, 6 jun (EFE).- No es tan habitual que dos superpotencias del tenis se midan en la final de un Grand Slam. Las dos mejores del mundo, la bielorrusa Aryna Sabalenka y la estadounidense Coco Gauff lo harán este sábado en busca de su primer Roland Garros y de dejar asentada la hegemonía en el circuito femenino.
La número 1 y la número 2 en la final no se veía en París desde que la estadounidense Serena Williams derrotara a la rusa Maria Sharapova en 2013, y en Grand Slam desde que la danesa Caroline Wozniacki levantara el Abierto de Australia de 2018 ante la rumana Simona Halep.
Pero Sabalenka y Gauff vienen demostrando que son las mejores del año y, aunque el tenis femenino se ha acostumbrado a una volatilidad que le hace impredecible, ambas han traído hasta la tierra batida de París una ambición que les ha izado a la final.
Eso augura un choque de altura entre dos jugadoras que buscan inscribir su nombre en el historial de Roland Garros, una línea por debajo de las tres menciones a la polaca Iga Swiatek, la gran ausente de la última fiesta.
Sabalenka nunca había disputado una final en París, una asignatura pendiente que salta a la vista en su hoja de servicios, una mancha que la bielorrusa quería borrar.
La de Minsk jugará su sexta final en busca de su cuarto grande, su cuarto título del año, su consagración en una tierra que hasta ahora se le negaba.
Hasta la final llegó con un recorrido inmaculado hasta que en la semifinal contra Swiatek perdió un set, un accidente que enseguida enmendó con un 6-0.
La impresión que ha dejado es la de una jugadora imparable, que ha conseguido dominar los nervios para acabar con la maldición que arrastraba en París, que solo quedará totalmente enterrada si levanta la Copa Suzanne Lenglen.
La bielorrusa puede inspirarse para hacerlo en la reciente final de Madrid, donde se impuso 6-3 y 7-6(3) a una Gauff que unos meses antes le batía en el torneo de Maestras.
Por ese partido, por su condición de número 1, por su mayor experiencia, Sabalenka, de 27 años, parte como favorita, a condición que sepa dominar esa presión, que por momentos emergió a la superficie en el duelo contra Swiatek.
Su recorrido en tierra batida este año muestra, además del torneo de Madrid, la final de Stuttgart y los cuartos de Roma en una temporada en la que atesora 40 victorias y tres títulos, pero a la que por vez primera desde 2022 llega a París sin ningún Grand Slam.
Gauff está un escalón por debajo en lo que a estadísticas se refiere, pero ya sabe lo que es saltar a la Philippe Chatrier en una final, algo que hizo en 2022, con 18 años y un tenis muy prometedor que adolecía de algo de madurez.
No rivalizó contra Swiatek, pero desde entonces la estadounidense es una jugadora más hecha, su fiabilidad ha ganado enteros y su capacidad de entrega y sacrificio está a prueba de dudas.
Su temporada en tierra batida no tiene par, con finales en las tres grandes citas, Madrid, Roma y Roland Garros, donde espera coronar con un título su regularidad.
Sería su segundo Grand Slam en su tercera final, tras haber ganado el Abierto de Estados Unidos de 2023 y la consagración definitiva de un talento precoz que aspira a ser la mejor del mundo.
La final de París, a la que llega sin haber perdido un set, puede ser el primer aviso para pedir paso.
Entre ellas la igualdad es absoluta, cinco victorias para cada una, un triunfo a uno sobre tierra batida y empate a uno también en duelos en Grand Slam. El equilibrio estratégico saltará por los aíres en París.