Antonio del Rey
Madrid, 22 abr (EFE).- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha hecho una confesión personal este martes, en la rueda de prensa en la que ha defendido el plan de inversiones que permitirá llevar el gasto de seguridad y defensa hasta el 2 por ciento del PIB antes de que acabe 2025: hace años no hubiera dicho lo mismo.
“Con toda franqueza, si me hubieran preguntado hace años sobre las prioridades de inversión de mi Gobierno en seguridad y en defensa es evidente que mi respuesta hubiera sido distinta a la que acabo de detallar”, ha reconocido al final de su larga exposición inicial, que se ha prolongado durante 38 minutos.
Él mismo ha dado respuesta al motivo de este giro: “no es porque nuestros valores y objetivos hayan cambiado, es porque el mundo lo ha hecho”.
Y se ha remontado a la época en que él llegó a la Presidencia del Gobierno, el “mundo de ayer” que “ya no existe”, según sus palabras, con la certeza de que la realidad de ahora “es muy distinta” y el Gobierno tiene que responder, por compromiso con los socios europeos, con la protección de los ciudadanos y con el territorio.
Con esta reflexión personal en el epicentro de sus explicaciones ante la prensa -tras él la bandera nacional y la europea con grandes crespones negros por la muerte del papa Francisco- Sánchez ha lanzado mensajes dirigidos a diversos ámbitos para defender su estrategia.
Poniendo en primera línea el pragmatismo al que siempre ha recurrido en los momentos difíciles, el líder socialista ha reseñado con todo detalle los muchos beneficios económicos de su proyecto, con la cifra mágica de 100.000 empleos en el frontispicio y su rotundo compromiso de no tocar “ni un céntimo de euro” del gasto social.
Para ello, ha invocado la bonanza de la que hasta ahora ha disfrutado la economía española, y la posibilidad de no tener que recurrir a nuevos impuestos sino a fondos de diversa procedencia, como los europeos Next Generation o a excedentes. Todo a favor y gratis.
También se ha dirigido al mundo empresarial, pues no en vano el proyecto supone movilizar nada más y nada menos que 10.475 millones de euros y buena parte será para industrias en todos los territorios.
Y a los miembros de las Fuerzas Armadas, al anunciar aumento de efectivos y condiciones laborales, mejoras de equipamientos, armamento o más seguridad para las tropas en misiones internacionales; en definitiva, recoger históricas reivindicaciones del colectivo que ahora sí parecen posibles.
En el ámbito político, Pedro Sánchez ha hablado para los de dentro y los de fuera del Gobierno. Los de dentro son los de Sumar, porque sus ministros y socios han planteado las llamadas “observaciones” al plan, denostado porque supone un gasto “exorbitado” en armamento.
Sánchez ha tratado de normalizar de algún modo la discrepancia, al reconocer que Sumar y el PSOE son partidos diferentes y piensan diferente, y rebajando su impacto porque según sostiene los de Yolanda Díaz respaldan todo salvo el 19 % de inversión que va directamente a la adquisición de armas.
La unidad del Gabinete está garantizada en los nuevos tiempos por el “europeísmo”, ha deslizado.
Entre los de fuera tiene a Podemos, que precisamente se ha puesto “en pie de guerra” al anunciar hoy mismo que saldrán a las calles para oponerse a lo que consideran el “mayor aumento del gasto militar de la historia”. Son otras cuentas las suyas.
Y al PP. El presidente ha sacado a colación una fecha -2014- un nombre -Mariano Rajoy- y un porcentaje -el 2 % del PIB en gasto en defensa- para que quede bien clarito que los ahora comandados por Feijóo no deberían oponerse cuando lo que hace ahora el Gobierno es cumplir lo que ellos no hicieron en su momento.
Pero Feijóo quiere que se vote, esa es su batalla ahora, y Sánchez llevaba preparados los artículos de la Constitución y la ley presupuestaria que avalan que no es necesario. Eso sí, el presidente comparecerá en el Congreso para contar con más detalle un plan que mañana se remite a la UE y la OTAN para su correspondiente evaluación.
Y todo ello sin tener todavía presupuestos, porque Sánchez sostiene que tal y como se ha diseñado el plan no son necesarios para sacar todo esto adelante. Son los nuevos tiempos.