Santiago Peña, dos años de un Gobierno en Paraguay que ya pasa factura a su imagen

De izquierda a derecha el vicepresidente de Paraguay, Pedro Alliana; el presidente de Paraguay, Santiago Peña; la primera dama, Leticia Ocampos, y el presidente de la Corte Suprema de Justicia, César Diesel, participando en la conmemoración de los 488 años de fundación de Asunción este viernes, en Asunción (Paraguay). EFE/ Juan Pablo Pino

Asunción, 15 ago (EFE).- El presidente de Paraguay, Santiago Peña, arribó este viernes al segundo año de un Gobierno marcado por su interés de promocionar al país como destino de inversión y un atractivo turístico por descubrir, pero que en lo interno afronta críticas por el deficiente sistema de salud, el encarecimiento del costo de vida y denuncias de corrupción y nepotismo en su partido que han resentido su imagen, cuando el oficialismo ya mira hacia las elecciones municipales de 2026.

Peña, de 46 años, se convirtió el 15 de agosto de 2023 en el mandatario más joven de la historia reciente del país, cargo al que llegó arropado por la facción Honor Colorado del Partido Colorado, que encabeza el expresidente Horacio Cartes (2013-2018).

Después de un triunfo en las urnas con un 42,9 % de los votos, Peña se ubicaba en agosto de 2024 entre los cinco presidentes de América Latina con imagen positiva (47,3 %), según la consultora CB Opinión Pública.

Un año después, su favorabilidad es del 38,4 % y registra un nivel negativo del 56,8 %, indica la misma.

Sin historia política

Economista de profesión, Peña llegó al poder después de militar en su juventud en el opositor Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y de sumarse, en 2016, como ministro de Hacienda de Cartes, al coloradismo.

Comenzó su periodo de cinco años en un escenario posterior a la pandemia, que llevó al país a sufrir en 2020 una contracción del 0,6 % de su producto interior bruto (PIB), indicador que se estima cierre en un 4,4 % este 2025.

Transcurridos dos años, Peña aseguró en X: «Hemos avanzado mucho y aún falta mucho».

En estos 24 meses, ha completado cerca de 50 periplos al exterior, que defiende como parte de su política de internacionalización del país, pero que opositores y organizaciones sociales cuestionan al reclamar resultados de esas visitas.

No todo color de rosa

Peña ha gozado del favor del Congreso, controlado mayoritamente por los colorados, que se aseguró en los comicios de abril de 2023 la mayoría en ambas cámaras.

No obstante, denuncias de ‘planillerismo’, como se conoce localmente a la práctica de funcionarios públicos que cobran salarios sin trabajar, así como de contrataciones de parientes en entidades como el Congreso, han causado revuelo en la opinión pública.

También la salud, con pacientes de cáncer del Instituto de Previsión Social (IPS) -que maneja la seguridad social y las pensiones de la mayor parte de los trabajadores- reclamando por medicamentos o usuarios que denuncian la falta de centros de atención en el interior del país, es otro de los lunares que arrastra este mandato.

Sobre el desempeño del gobernante, el secretario general del Partido Paraguay Pyahura (PPP), Ermo Rodríguez, dijo a EFE que «no es verdad» lo que dijo Peña en su informe ante el Congreso el 1 de julio pasado, y pidió dar un giro de «180 grados» a la política de Estado.

«Pudimos constatar caminos vecinales en desastrosas condiciones (…) La mayoría de nuestras escuelas y colegios se caen en pedazos», sentenció este dirigente, quien se quejó de que en su país, con «tres represas hidroeléctricas y una (de ellas) la más grande del mundo», se reciba en las casas campesinas y los barrios energía eléctrica con un «servicio precario», mientras que -denunció- «la gente no se alimenta sino (que) llena el estómago».

Rodríguez llamó igualmente la atención sobre la situación de la salud. «Hay días -dijo- que uno no puede enfermarse, porque no hay médico, porque ya se cerró el horario o porque no es día de atención».

En la misma línea, la titular del Sindicato Nacional de Médicos, Rossana González, lamentó, en declaraciones al canal ABC TV, que un «politraumatizado, un (enfermo con un) accidente cerebrovascular, un infartado, un paciente en estatus convulsivo, tiene que esperar a ver si hay lugar, si hay especialista».

«Él solamente quiere levantar la copa cuando no juega el verdadero partido de la gente que necesita en nuestro país», dijo a periodistas colorado disidente Mauricio Espínola, al tiempo que el senador oficialista Juan Carlos Galaverna admitió que «espera más» e indicó que, como dice el gobernante, «se está haciendo mucho, pero nunca es suficiente».

Laura Barros