París, 8 abr (EFE).- El expresidente francés Nicolas Sarkozy criticó este martes, en el último día del juicio por presunta financiación libia de la campaña que lo llevó al Elíseo en 2007, “el contexto mediático y político” que rodeó el proceso, que calificó de “detestable”.

“No voy a decir nada ante este tribunal que pueda alimentar esta polémica. No estoy aquí para hacer política, solo quiero que se esclarezca la verdad y que se restablezca mi honestidad”, aseguró Sarkozy en su última declaración antes de que el juicio quedara visto para sentencia, que será dictada el 25 de septiembre próximo.

Como hace dos semanas, cuando la Fiscalía pidió para él siete años de cárcel, Sarkozy se mostró de nuevo visiblemente molesto con la acusación, que consideró “política y violenta”.
Fue una acusación directa a la Fiscalía, que se produce en el contexto de las críticas de la líder ultraderechista Marine Le Pen, que considera “política” su condena a cinco años de inhabilitación inmediata por desvío de fondos del Parlamento Europeo.
El que fuera presidente de Francia entre 2007 y 2012 está acusado de haber recibido dinero del dictador libio Muamar Gadafi para la campaña que le llevó al Elíseo, una acusación que reposa en los testimonios de algunos dignatarios del antiguo régimen de Trípoli.
Durante el último día del proceso, los abogados de Sarkozy trataron de desmotar los indicios que habían llevado a la Fiscalía a pedir una pena tan alta, que pondría tras los barrotes al expresidente, de 70, que ya cumple una pena en arresto domiciliario y con brazalete electrónico por otro caso de corrupción.
Vestido de negro, Sarkozy llegó al tribunal acompañado de su esposa Carla Bruni, que acudía al Palacio de Justicia por segunda vez desde la apertura del proceso el pasado 5 de enero, de sus dos hijos mayores y de su hermano Guillaume.
Una prueba de la importancia que acuerda a este juicio que le puede acarrear una pena importante.
La Fiscalía le consideró como el cerebro de un “pacto de corrupción” que “ordenó” para recibir fondos libios destinados a una campaña en la que acabó derrotando a la socialista Ségolène Royal en la pugna por el Elíseo.
Junto a Sarkozy se sentaron en el banquillo de los acusados tres de sus ministros, Claude Guéant, para el que pidieron seis años de cárcel, Brice Hortefeux, tres, y Éric Woerth, uno.
La acusación les colocaba como cooperadores necesarios para que el dinero de Trípoli llegara a la campaña y situaban a Abdalá Senoussi, cuñado de Gadafi y entonces responsable de sus servicios secretos, como la correa de trasmisión del dinero, que fue llegando en 2007.
A cambio, siempre según la acusación, Sarkozy se comprometía a lavar la imagen internacional de Gadafi, muy ensombrecida por las acusaciones de participación en varios atentados, como el que costó la vida a 170 personas en 1989 contra un avión de la compañía francesa UTA.
En ese contexto situaron la visita que el dictador libio hizo a Francia durante el mandato de Sarkozy, en medio de un enorme boato pese a las protestas de organizaciones defensoras de los derechos humanos.
A lo largo de más de cinco horas de alegato, los cuatro abogados del expresidente francés trataron de contrarrestar los argumentos de la acusación, que consideraron “ridículos” e “ilusorios”.
Recordaron que Gadafi también visitó esos años otros países, como España, donde “fue recibido por el rey, el primer ministro e incluso el alcalde de Madrid le entregó las llaves de la ciudad”, dijo uno de sus letrados.
También consideraron que la acusación reposaba sobre testimonios de personajes “poco fiables”, como el intermediador Ziad Takieddine, al que los abogados acusaron de “cambiar 17 veces de versión” y que huyó a Líbano para evitar la acción de la Justicia.
Los letrados consideraron que la Fiscalía había construido la acusación de forma artificial y que había lanzado una durísima petición de pena “destinada a manchar la reputación de Sarkozy ante la opinión pública”.
Condenado de forma definitiva por el Tribunal Supremo en diciembre pasado por corrupción y tráfico de influencias a un año de arresto domiciliario, caso que ha apelado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, Sarkozy tiene aún ante sí una abultada agenda judicial.
En el segundo semestre de este año tendrá lugar el juicio en apelación por la financiación ilegal de su campaña de 2012, por la que fue condenado en primera instancia a otros seis meses de arresto domiciliario.
Además, está procesado por haber tratado de influir en el testimonio de Takieddine, lo que puede llevarle de nuevo al banquillo de los acusados.