SARS-CoV-2: Mucho aprendido, mucho por aprender

Una enfermera prepara una dosis de la vacuna del covid 19, en una imagen de archivo. EFE/Lavandeira jr

Raúl Casado

Madrid, 17 mar (EFE).- Las siglas (SARS-CoV-2) del coronavirus responsable de la covid acabaron siendo familiares. Espoleada por la crisis sanitaria, económica y social, la ciencia se arremangó para conseguir medicamentos y vacunas que pusieran fin a la pandemia. La investigación reportó ingentes conocimientos y resultados en un tiempo récord, pero quedan incógnitas, muchas lecciones por aprender.

Efectos o secuelas a largo plazo de la infección; covid persistente; posibilidades de encontrar nuevas vacunas que sean eficaces frente a nuevos coronavirus, que pudieran ser incluso comunes para combatir cualquier tipo de coronavirus; sistemas de salud más resilientes; o la asunción del concepto global de “una sola salud” (One Health) para integrar la humana, la animal y la medioambiental. Son los nuevos retos y los desafíos tras una gravísima pandemia.

La viróloga Margarita del Val, investigadora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa -de la Universidad Autónoma de Madrid y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas- fue una de las voces científicas de referencia durante la pandemia y una de las personas que actuó de enlace entre el laboratorio y la sociedad para entender la trascendencia del problema y la necesidad de muchas de las medidas que se fueron adoptando.

Volcada precisamente en la investigación y el estudio de la respuesta inmune frente a infecciones virales, Margarita del Val recorre ahora con EFE cuáles son los principales desafíos que todavía quedan por resolver sobre el SARS-CoV-2 responsable de la covid-19, para responder mejor a las emergencias, para intentar en definitiva que las pandemias se queden en epidemias y las epidemias en brotes.

Y apunta, una vez demostrado que el contagio fue por aerosoles, al desafío científico y tecnológico de asegurar la calidad del aire en los lugares cerrados, a la importancia de investigar las secuelas a medio y largo plazo de la infección, de avanzar en el desarrollo de vacunas que pudieran cubrir frente a todos los coronavirus, o al reto al que se enfrenta la humanidad de lograr vacunas para enfermedades prevalentes e infecciones bacterianas que pudieran evitar el uso masivo de antibióticos y la creciente resistencia a éstos, que a su juicio constituye una de las principales amenazas.

Seguridad y eficacia; el virus más monitorizado de la historia

Margarita del Val ha defendido la ingente investigación previa que ya existía sobre otros virus y que orientó y agilizó la búsqueda de una vacuna para frenar un coronavirus “frente al que teníamos cero inmunidad”, y cinco años después valora este caso como un ejemplo más de la colaboración internacional en el ámbito científico y del trabajo para lograr remedios seguros y eficaces que frenaran al virus.

La viróloga sitúa la seguridad por delante de la eficacia, mantiene que los ensayos y pruebas para lograr vacunas contra la covid han sido los más monitorizados y vigilados de la historia, y valora la eficacia que han demostrado todas las vacunas que se han autorizado, al margen de que unas puedan ocasionar a algunas personas efectos adversos o molestos, algo fácilmente remediable gracias a la variedad de vacunas existentes y a las diferentes tecnologías que se han usado para su desarrollo.

De cara al futuro: investigar y trabajar más en el origen de las infecciones, en la transmisión de virus de animales a personas y en las vías de contagio a través de vectores (mosquitos o garrapatas), algo que a su juicio es especialmente trascendente debido al rápido crecimiento de las ciudades y a la convivencia en muchas grandes urbes de costumbres tradicionales (como el consumo de algunos animales) que pueden ser seguras en el medio rural pero no en medios urbanos.

O cuidar y asegurar la calidad del aire; y en este sentido ha recordado cómo la mejor calidad del agua frenó las epidemias de cólera, y la importancia ahora de dar un paso más para desarrollar nuevas tecnologías y normas que aseguren la calidad del aire que se respira en espacios cerrados y evitar así la transmisión de patógenos y la propagación de enfermedades infecciosas.

“Si respiramos un aire microbiológicamente limpio no tenemos por qué usar las mascarillas; como no tenemos ya que filtrar un vaso de agua”.

Vacunas que frenen el uso y la resistencia a los antibióticos

Margarita del Val ha reiterado durante este recorrido que “las infecciones no son gratis”, y que uno de los principales desafíos de la ciencia es conocer y entender las secuelas de la infección por este coronavirus, ya que sobre algunas de las manifestaciones que ha demostrado la covid persistente “sabemos todavía muy poco” y de momento están resultando en muchos casos muy difíciles de tratar.

Más retos: encontrar vacunas y antivirales que sean eficaces frente a más coronavirus, o incluso contra todos los coronavirus, porque ha recordado que éstos “nos han dado ya tres sustos en el siglo XXI” (el SARS-CoV-1 que surgió en el sudeste asiático; el detectado en camellos en 2012; y el SARS-CoV-2).

Margarita del Val se ha referido además a la trascendencia de encontrar vacunas para enfermedades prevalentes y causadas por infecciones bacterianas, para evitar el uso masivo de antibióticos y combatir la resistencia a éstos, algo que a su juicio constituye “una amenaza creciente”.

“Estamos jugando muchas papeletas a esta lotería porque somos muchas personas en el mundo”, ha aseverado la investigadora, que ha incidido en la cada vez mayor interacción con el medio silvestre, en el acelerado crecimiento de muchas urbes sin las medidas sanitarias adecuadas y en aumento exponencial de los movimientos de la población por motivos laborales, por turismo o como consecuencia de la inmigración.

Y afrontar esos desafíos, para tratar en el futuro de que una epidemia se queda en brote, requiere a su juicio la colaboración estrecha de todos los ámbitos de la ciencia y de las administraciones públicas, “engrasar” el contacto entre todas las partes para que los responsables de tomar decisiones lo hagan siempre con argumentos sustentados en criterios científicos y para que los investigadores traten de responder a las preguntas y las inquietudes de los gobiernos.