Sobreexplotados, contaminados y con cauces ocupados: la salud de los ríos, bajo amenaza

Vista del Vado del Quema, a la altura del monolito de la Virgen del Rocío, en Huelva, desbordado por la crecida del río Guadiamar. EFE/ David Arjona

Por Paula Fernández

Madrid, 14 mar (EFE).- La sobreexplotación, la contaminación, la ocupación de los cauces o las especies invasoras son algunos de los problemas que enfrentan los ríos españoles, uno de los ecosistemas más amenazados, para los que ecologistas y técnicos reclaman mejoras en la gestión y apostar por la restauración fluvial.

El Día Internacional de Acción por los Ríos se conmemora este viernes, en una semana en el que los cauces de agua son noticia por las crecidas y desbordamientos por los fuertes temporales de lluvias que han asolado a gran parte de España en esta primera mitad de marzo.

Pero pese a estos episodios, la sequía y la reducción de los caudales sigue siendo uno de los problemas más graves que acucian a los ríos españoles.

“Hay ríos que tienen mucho menos caudal del que deberían tener para tener salud y estar en buen estado ecológico. Incluso en algunos cauces se llega a secar el río, especialmente en verano”, alerta a EFE la coordinadora de Ecologistas en Acción Erika González, que apunta a la sobreexplotación de los recursos fluviales como la principal causa.

Los ríos son “ecosistemas que reciben muchas presiones porque se les concibe como canales de agua y al agua como un bien económico”, lamenta González.

El regadío intensivo exprime los recursos, pero la agricultura y la ganadería también provocan contaminación en los ríos, como ha denunciado Ecologistas en Acción en varias ocasiones.

Esta ong publicó el pasado enero un informe en el que alertaba del aumento de la contaminación con nitratos del agua para consumo humano, que en 2023 dejó sin agua potable a un 50 % más de municipios que el año anterior.

Los plaguicidas como el glifosato son otro de los grandes contaminantes.

Según el Informe Calidad de las Aguas 2010-2023, del Ministerio para la Transición Ecológica, en 2021, casi el 30 % de los puntos de seguimiento de aguas superficiales (ríos, lagos o embalses) presentaba concentraciones de plaguicidas superiores a la norma de calidad ambiental.

En algunas demarcaciones, como la del Segura, el valor superaba incluso el 50 %.

El deterioro de los ríos y el aumento de las temperaturas favorece la llegada de otro problema, las especies exóticas invasoras.

En los ecosistemas acuáticos de la Península Ibérica se han identificado ya más de 300 especies invasoras, según datos del proyecto Life Invasaqua.

La coordinadora de Ecologistas avisa de que, en ocasiones, al intentar eliminar la especie invasora las administraciones acaban llevándose por delante también fauna o flora autóctona necesarias para la buena salud del ecosistema.

Es lo que ha ocurrido, denuncia, en el río de Oro de Melilla: se han eliminado carrizos y eneas, “muy importantes precisamente para ralentizar el agua de las crecidas y retener los sedimentos”.

Con todos estos problemas, ¿están preparados los ríos españoles para hacer frente al cambio climático y afrontar episodios meteorológicos que pueden causar desbordamientos, como los de los últimos días?

González asegura que “los ríos están bien preparados, el problema es el resto”, porque se han alterado muchos cauces ocupando el dominio público hidráulico o zonas inundables.

“Hay escaso respeto por los espacios fluviales y por su dinámica natural”, explica a EFE el presidente del Centro Ibérico de Restauración Fluvial (Ciref), Lluís Godé.

Este ingeniero industrial especializado en espacios fluviales refiere que, aunque la legislación es cada vez más restrictiva, el problema está en las zonas ya ocupadas.

“Como por desgracia se ha visto en Valencia, donde unas lluvias intensas y extraordinarias, sí, pero que han sucedido varias veces en los últimos siglos, han causado lamentablemente gravísimos daños porque la gente se ha metido en espacios que correspondían al río”, lamenta.

Hay situaciones en las que es muy complicado intervenir -“significaría quitar una carretera o infraestructura ferroviaria”, dice-, pero Godé defiende que en otros casos las restauraciones fluviales son posibles y se pueden seguir ejemplos como los proyectos realizados en los ríos Órbigo y Bernesga, en León.

En los últimos años también se han puesto en marcha renaturalizaciones de tramos urbanos, como en el Manzanares a su paso por Madrid, donde se ha recuperado vegetación y fauna y se ha mejorado la calidad del agua.

“Hay mucha más sensibilidad que hace 30 o 40 años. Entonces, esto de la restauración fluvial sonaba a música celestial”, celebra Godé.