Lisboa, 8 jul (EFE).- El ex primer ministro socialista portugués José Sócrates (2005-2011) defendió este martes su inocencia en el juicio contra él por presunta corrupción, donde negó haberse aliado con el exresponable del Grupo Espírito Santo (GES) Ricardo Salgado para oponerse a la venta de la participación de Portugal Telecom (PT) en la brasileña Vivo a la española Telefónica.
Sócrates, que es el primer ex jefe de Gobierno en la historia del país en sentarse en el banquillo de los acusados, prestó hoy declaración en la segunda sesión del proceso, que se desarrolla en la sede del Tribunal Central Criminal, en el Campus de Justicia de Lisboa, más de diez años después de su detención en el aeropuerto de la capital.
A lo largo de su extenso alegato Sócrates, de 67 años, se defendió mostrando pruebas de las acusaciones contra él en cuestiones empresariales, como la supuestas presiones de su Gobierno en contra de la opa del Grupo Sonae a PT, y su papel y el del GES en la venta de la participación en Vivo.
Su testimonio, que inició a las 10.20 hora local (09.20 hora GMT), estuvo marcado por numerosos desencuentros con la jueza que preside el proceso, Susana Seca.
«Señora jueza, déjeme acabar, estoy haciendo un enorme esfuerzo de síntesis», fueron quizás las palabras más pronunciadas por Sócrates, cada vez que la magistrada le pedía que acortara su alocución y que se enfocara en temas pertinentes.
Criticó, además, en distintos momentos de su intervención a la fiscalía por «haber escondido pruebas» y tener «una perfidia extraordinaria».
Pertrechado con carpetas, libretas y documentos, el ex primer ministro luso hizo una exposición estructurada y aseguró que tiene una «memoria fotográfica» de cuando accionistas portugueses decidieron «vender a los españoles» la participación de PT en Vivo hace quince años.
En 2010, su Gobierno se opuso al principio a esa operación, que finalmente se llevó a cabo, después de que Telefónica elevara su oferta a PT para comprar su participación en la empresa brasileña hasta 7.500 millones de euros, tras haber ofrecido inicialmente 7.150 millones de euros.
La fiscalía sostiene que Sócrates habría sido «corrompido» por GES -los medios afirman que recibió sobornos millonarios- para entorpecer esa venta, a lo que el exgobernante sostuvo hoy que esto es «un reino de total especulación y fantasías» y acusó al ministerio público de tener «acusaciones alucinatorias».
Destacó que después de conocer que los accionistas de PT habían aprobado la venta a Telefónica, él convocó una reunión con sus ministros de Finanzas e Infraestructuras para transmitirles su «furia».
«La reunión estaba casi acabando cuando me dijeron que estaba abajo Ricardo Salgado, que nunca venía sin avisar y entendí que era algo urgente», rememoró Sócrates, quien subrayó que el entonces directivo del GES le pidió que el Gobierno no usara la acción de oro (golden share), a través de la cual se puede bloquear las operaciones en empresas estratégicas.
«Y años después la acusación me dice que nos aliamos con Ricardo Salgado para impedir la venta -siguió-, entiende que Ricardo Salgado vino para que yo votara en contra de la venta de Vivo, esto no pasa por la cabeza de nadie».
También reveló que tuvo una reunión con el entonces presidente ejecutivo de Telefónica, César Alierta, al que le preguntó por qué querían adquirir la participación de PT en Vivo, a lo que el español respondió: «porque somos más grandes y más fuertes».
Sócrates remarcó que el hecho de que Salgado fuera favorable a la venta de Vivo a Telefónica fue confirmado por «muchas personas» y para demostrarlo leyó en la sesión una declaración prestada por el que fuera su ministro de Finanzas, Fernando Teixeira dos Santos, durante la fase de instrucción del proceso.
Cuando llevaba un rato leyendo, la fiscalía protestó porque Sócrates estaba leyendo una declaración, ya incluida en el proceso de instrucción, lo que motivó un cruce de reproches.
El ex primer ministro está imputado por una veintena de cargos de supuesta corrupción, blanqueamiento y fraude fiscal, y junto a él hay otros 21 sospechosos formales, entre los que figura el propio Salgado.