Paco Aguado
Madrid, 5 jun (EFE).- El sevillano Borja Jiménez, que paseó la única oreja de la tarde a base de decisión, fue el único de la terna de hoy en la feria de San Isidro que estuvo medianamente a la altura de un gran encierro de la divisa de Jandilla, que soltó en Las Ventas cuatro toros de brava calidad que pusieron en bandeja unas claras pero desperdiciadas opciones de triunfo.
En un abono que se acerca a su fin con resultados más que preocupantes, esos cuarto excelentes ejemplares de la ganadería extremeña vinieron a sumarse a los ya más de treinta que han sido desaprovechados, en mayor o menor medida, por un amplio grupo de toreros de distintas alturas de un escalafón que, visto lo visto, está claramente necesitado de una urgente renovación.
En la corrida de hoy, por ejemplo, al reaparecido Sebastián Castella le correspondió el lote más redondo, hasta el punto de darle opciones muy evidentes para abrir una puerta grande que, por su propia actitud y por el espeso desarrollo de sus faenas, acabó quedándole muy lejos, aunque, de acertar con la espada, el festivo público de los «juernes» isidriles le hubiera pedido una oreja del gran cuarto.
El primero de la tarde ya desarrolló una clara y constante nobleza que el francés afrontó con un opaco automatismo, sin criterio ni pulso, casi como un principiante, mientras que su segundo, un fino toro castaño, mantuvo su fondo de clase durante un extenso trasteo que su matador abrió con unos bruscos y destructivos pases por alto y por bajo, que amenazaron con acabar en seco con su bravura.
Pese a todo, el de Jandilla resistió y se creció hasta permitir a Castella, por primera vez, asentarse y llevar algo largas las arrancadas en dos tandas algo más templadas con la zurda, antes de recurrir a unos jaleados efectismos en la distancia corta, cuando ya se aplomaba el animal.
A José María Manzanares también le tocó otro toro de premio gordo, un segundo que galopó desde que asomó por la puerta de toriles y que, a pesar del aparatoso volantín que sufrió tras el primer muletazo del alicantino, aún embistió con una suprema calidad, y especialmente por el pitón izquierdo, por donde mostró una honda profundidad.
Pero el ya veterano torero dinástico, con más displicencia que fibra, casi con pasividad, no acertó a sacarle más que un puñado de pases limpios, repartidos entre un recital de tironazos y enganchones, impropios de un torero de su experiencia ante un toro de tamaña condición. Ya con el quinto, un aparatoso sobrero que pasó pronto a defender su escaso gas, Manzanares, al menos, estuvo breve.
El gran toro del cuarteto de Jandilla fue el tercero, que empujó muy descolgado en un tercio de varas en el que se le castigó en exceso y del que salió con una hemorragia constante que iba a acusar tanto como el inmerecido inicio de faena, con muchos y duros doblones por bajo, que le aplicó Borja Jiménez.
Aun así duró lo suficiente tomando los engaños con noble profundidad en cuatro tandas de muletazos, cortas en lo fundamental y bien adornadas, en las que con ambas manos se lució el sevillano, que al menos puso la decisión y la determinación que no tuvieron sus curtidos compañeros de cartel, que fue lo que el público le agradeció desde que le hizo un buen quite por chicuelinas al segundo.
Y esa fue también la nota que marcó su actuación ante el sexto, un serio jabonero sucio que defendió con muchos cabezazos sus medidas fuerzas pero al que Jiménez aguantó con mucha firmeza antes de tumbarlo de un feo bajonazo que le dejó sin posibilidad de pasear otro posible premio.
FICHA DEL FESTEJO

Seis toros de Jandilla, el sexto como sobrero, sustituto de un titular descoordinado de salida, muy bien presentados, con cuajo, buenas hechuras y serias pero armónicas cabezas. Los cuatro primeros dieron un juego notable, por su calidad y brava entrega, mientras que quinto y sexto se acabaron defendiendo con aspereza.
Sebastián Castella, de negro y plata: estocada trasera tendida y descabello (silencio tras aviso); media estocada trasera desprendida y dos descabellos (vuelta al ruedo con algunas protestas, tras aviso).
José María Manzanares, de marino y cobre: pinchazo y estocada contraria (silencio); estocada desprendida (silencio).
Borja Jiménez, de marfil y oro: estocada baja delantera (oreja con petición de la segunda); bajonazo (silencio).
Vigésimo cuarto festejo de abono de la Feria de San Isidro, con lleno de «no hay billetes» (22.964 espectadores), en tarde de calor.
