Solo un buen sobrero, desperdiciado, entre el tedio de una descastada y larga corrida

El diestro Daniel Luque da un pase durante la corrida de la Feria de San Isidro celebrada este jueves en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. EFE/Zipi

Paco Aguado

El diestro francés Sebastián Castella lidia un toro durante la corrida de la Feria de San Isidro celebrada este jueves, en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. EFE/Zipi

Madrid, 22 may (EFE).- Un sobrero de Zacarías Moreno, que fue desaprovechado por Sebastián Castella, fue el único ejemplar con un mínimo de bravura lidiado hoy en Las Ventas, en un festejo dominado por el largo tedio -dos horas y tres cuartos de festejo- que generó el descastado juego de un encierro de la divisa Alcurrucén.

El diestro Miguel Ángel Perera lidia un toro durante la corrida de la Feria de San Isidro celebrada este jueves, en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. EFE/Zipi

Claro que no solo cabe achacar a los toros el plano desarrollo de la tarde, sino también a la injustificadamente larga extensión de las faenas y a la espesa lidia que se les dio, mientras el público se dedicaba a disfrutar por su cuenta -meriendas, selfis gintonics, tertulias espontáneas…- ajeno a lo que sucedía en la arena, lo que también ya es algo típico en esta plaza.

Los únicos momentos de cierta euforia los iba a provocar un toro no previsto en principio, pues fue el sobrero que salió en cuarto lugar para sustituir a uno de los titulares lesionado en el primer puyazo. El de Zacarías Moreno fue un astado alto y estrecho, de no muy agraciadas hechuras y que también manseó de salida, para no desentonar, solo que rompió a embestir muy descolgado y con transmisión en la muleta de Castella.

Despreciando el fuerte viento que ya soplaba, el francés decidió abrirle faena en los medios con varios pases cambiados por la espalda que centraron la atención del público, y que fueron preámbulo efectista de una faena que, entre pausas, tirones y una vacía parsimonia, no estuvo a la altura de la buena condición del animal.

Recetándole apenas medios pases hacia las afueras, sin compromiso ni temple, Castella no llegó a apurar nunca unas embestidas a ras de arena que pedían un mayor trazo de los pases, por mucho que estos, con el toro poniendo casi toda la emoción, resultaran algo más vistosos para el público de aluvión que el resto de lo que se había visto en la corrida. Además, todo acabó con un indigno bajonazo.

Hasta entonces, se había visto pasar a Castella con mucha frialdad y poco compromiso a un primero noble y fácil que pronto perdió celo, y a Miguel Ángel Perera alargarse de más con un segundo regordío y también noblón pero de minima raza, con el que se acopló al final del dilatado trabajo empalmándole los pases desde la pala del pitón.

Algo más entidad tuvo lo realizado por Daniel Luque con el tercero, un larguísimo castaño al que ligó las mejores, y únicas, verónicas de la tarde y al que movió con seguridad de plantas y de muñecas aunque se le saliera desentendido al final de los muletazos. Pero lo que vino después de la errática faena de Castella al sobrero aún tuvo menos entidad.

Con el viento como amo del ruedo, ni Perera, con otro toro vacío y plomizo, ni Luque, con un sexto que, sin emplearse nunca, al menos se movió con recorrido, lograron volver a meter en sus faenas a un público que volvió a desentenderse y que buscaba ya el momento de salir de una plaza donde la frialdad no era solo la del toreo.

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FICHA DEL FESTEJO:

Cinco toros de Alcurrucén, con volumen pero de muy dispares hechuras y cabezas, mansos en varas y con un juego muy descastado y vacío en el último tercio. Y un sobrero, en cuarto lugar, de Zacarías Moreno, que sustituyó a un titular lesionado en varas, alto y estrecho, que se empleó con transmisión en la muleta.

Sebastián Castella, de tabaco y oro: estocada baja trasera (silencio); bajonazo (ovación tras aviso y leve petición de oreja).

Miguel Ángel Perera, de azul marino y oro: pinchazo hondo, estocada trasera desprendida que asoma y tres descabellos (silencio tras aviso); tres pinchazos, media estocada baja y descabello (silencio tras aviso).

Daniel Luque, de verde hoja y oro: media estocada trasera atravesada (ovación); estocada trasera (silencio tras aviso).

Duodécimo festejo de abono de la feria de San Isidro, con lleno de “no hay billetes” (22.964 espectadores), en tarde de calor en la primera parte y con fresco y viento en la segunda.