Sonreír y equivocarse, las claves para la vida y la cocina del chef catalán Carles Tejedor

El chef español Carles Tejedor, durante su participación en el Congreso y Festival Latino Gastronomic, el pasado jueves en la ciudad de Puebla (México).  EFE/ Hilda Ríos

Puebla (México), 7 sep (EFE).- “Equivócate, sonríe y disfruta. Estoy aquí por todos los errores que he tenido.” La frase de Carles Tejedor no suena a eslogan ni a manual de autoayuda: es una confesión íntima, dicha con calma y con el peso de la experiencia.

El chef español Carles Tejedor, durante su participación en el Congreso y Festival Latino Gastronomic, el pasado jueves en la ciudad de Puebla (México). EFE/ Hilda Ríos

En el el Latino Gastronomic de Puebla, en México, el cocinero catalán reveló que ha hecho de la vulnerabilidad su fortaleza y de la emoción su ingrediente secreto.

El chef español Carles Tejedor, durante su participación en el Congreso y Festival Latino Gastronomic, el pasado jueves en la ciudad de Puebla (México). EFE/ Hilda Ríos

Tejedor, estrella Michelin y actual chef ejecutivo del José Andrés Group en Estados Unidos, cuenta a EFE que nunca siguió consejos ni fórmulas preestablecidas y que lo único que lo guió fue su instinto. “Siempre fueron mis vibraciones, mis ganas de tirar para adelante”, afirma.

Desde un pequeño horno en Cataluña donde aprendió a hacer pan hasta los escenarios internacionales, su trayecto se sostiene en esa brújula íntima. Y lo resume con una declaración sencilla: “Yo no soy chef, soy cocinero”.

Volver al origen

Para Tejedor, equivocarse no es un tropiezo sino un camino de regreso al origen, allí donde se reconocen las raíces, se entiende la tradición y se aprende a respetarla antes de transformarla. “Primero tienes que saber qué es un mole, qué es una paella. Solo entonces puedes transformarlos sin perder el respeto”, insiste.

Por eso, en Puebla, compartir escenario con la cocinera tradicional Guillermina Muñoz fue una experiencia que lo conmovió.

“Me sentí como telonero de los Rolling Stones”, confiesa entre risas quien reconoce en esas cocineras tradicionales el verdadero pilar de la gastronomía. En ellas ve la encarnación del origen: guardianas de recetas transmitidas por generaciones, capaces de sostener el alma de una cultura en cada plato.

Sonreírle a la vida

Los errores, dice, lo hicieron más grande. Pero también lo han hecho más sensible. “Haz lo que sabes hacer, porque la emoción está en ser como eres”, reflexiona.

Para Tejedor, la cocina no es un espectáculo ni un título de prestigio, sino una forma de vida donde lo esencial está en compartir lo sencillo: una paella para su familia, un mole en Puebla, un plato hecho con honestidad.

Cuando habla de su hija, la voz se le suaviza. “Llevo tatuada su sonrisa porque me recuerda que hay que sonreírle a la vida, incluso en los días más difíciles”. Esa imagen se convierte en metáfora de su filosofía: cocinar como acto de alegría, como quien sabe que la felicidad está en lo cotidiano, aceptar los errores como parte del viaje y sonreír incluso cuando la vida aprieta.