Sorrentino descubre en Venecia ‘La Grazia’: los dilemas de un presidente que espera y duda

El director italiano Paolo Sorrentino posa en un photocall para 'La Grazia' antes de la ceremonia de apertura de la 82ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, en Venecia, Italia, 27 de agosto de 2025. El festival de cine se lleva a cabo del 27 de agosto al 06 de septiembre de 2025. (Cine, Cine, Italia, Venecia) EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

Venecia (Italia), 27 ago (EFE).- Poco o nada se sabía de la trama de ‘La Grazia’, la última película de Paolo Sorrentino, hasta que este miércoles la ha desvelado en el Festival de Venecia para competir por el León de Oro: una «historia de amor» de un hombre poderoso alumbrada entre dilemas morales, dudas y esperas.

El director italiano Paolo Sorrentino posa en un photocall para 'La Grazia' antes de la ceremonia de apertura del 82º Festival Internacional de Cine de Venecia, en Venecia, Italia, 27 de agosto de 2025. El festival de cine se celebra del 27 de agosto al 6 de septiembre de 2025. (Cine, Cine, Italia, Venecia) EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

«He pensado en un presidente de la República que, tras su aspecto serio e incluso aburrido, es una persona enamorada de su difunta mujer o de su hija pero también del derecho y de una serie de valores que la política debería encarnar pero que cada vez son más raros de ver», explicó el realizador en la rueda de prensa de presentación tras la proyección de prensa del filme, que es el encargado de inaugurar este miércoles el 82 Festival de Venecia.

(L-R) Paolo Sorrentino, Anna Ferzetti y Toni Servillo posan en un photocall para 'La Grazia' antes de la ceremonia de apertura de la 82ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, en Venecia, Italia, 27 de agosto de 2025. El festival de cine se lleva a cabo del 27 de agosto al 06 de septiembre de 2025. (Cine, Cine, Italia, Venecia) EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI

Sorrentino, autor de la oscarizada ‘La Grande Bellezza’ (‘La gran belleza’, 2014), ha vuelto a la Mostra de la mano de su actor fetiche, casi su alter ego, Toni Servillo, en el papel de un anciano y ficticio presidente de la República italiana y experto jurista, Mariano De Santis.

La película, que ha suscitado el aplauso de la crítica y alguna que otra carcajada del público, está inspirada por un hecho real, el indulto que el presidente italiano Sergio Mattarella -el auténtico- concedió a un hombre que había asesinado a su mujer enferma de alzheimer, pero también bebe del ‘Decálogo’ (1989-1990) de Krzysztof Kieślowski.

Todo transcurre en la cúspide del poder italiano, el Palacio del Quirinale, antigua morada de papas y actual sede de la Jefatura del Estado italiano.

En sus altas estancias, decoradas con esculturas y frescos, el presidente encara ya su jubilación y el último semestre de su mandato, suspendido en un limbo que orbita en torno a una duda sobre su difunta esposa que le persigue desde hace cuarenta años.

Entretanto, sobre su escritorio tres documentos aguardan su firma: una ley de eutanasia y dos ‘gracias’ o indultos que puede conceder a una presa que mató a su maltratador o a un hombre que acabó con su mujer enferma por presunta piedad.

Complicados dilemas éticos que apuntan directamente a sus certezas de hombre político, sabio y católico y sobre los que está llamado a sentenciar. «Creo que el dilema moral es un formidable motor narrativo, más que ningún otro instrumento usado más frecuentemente», alegó el realizador.

El cineasta italiano aborda con su habitual mirada poética y profunda, a veces sarcástica, el valor de la espera y de la duda. La espera de unos reos en su celda, la de una sociedad que anhela morir sin penurias o la de una bestia que agoniza herida.

Pero sobre todo la de un político que, en el mausoleo de su poder, venerado por todo un país, espera una verdad. «Los indultos no son solo instrumentos jurídicos a disposición del presidente, sino también una especie de actitud ante el mundo y ante la vida, una actitud amorosa», sostuvo.

Sorrentino, que en este rodaje regresa a Roma tras sus incursiones en su Nápoles natal con ‘È stata la mano di Dio’ (‘Fue la mano de dios’, 2021) y ‘Parthenope’ (2024), sigue escrutando con su objetivo al mismísimo poder.

Lo hizo en sus orígenes con ‘Le conseguenze dell’amore’ (‘Las consecuencias del amor’, 2004) o la rompedora ‘Il Divo’ (2008), sobrenombre del intocable Giulio Andreotti; en ‘Loro’ (‘Silvio (y los otros)’, 2018), biopic de Berlusconi, o en sus series sobre papas, ‘The young pope’ (2016) y ‘The new pope’ (2020).

«Siempre entendí que las relaciones personales son inevitablemente de poder y de fuerza, tanto entre amigos como en parejas. Luego, haciendo películas, comprendí que esos vínculos de poder son mayores entre políticos. Siempre me interesó eso», confesó.

Y ahora se centra en la misma Jefatura del Estado italiano, con un protagonista que tiene evidentes similitudes con el presidente Mattarella: es viudo, jurista, asesorado siempre por su hija y de tradición católica.

«Me interesaba narrar a un político que encarnase una idea alta de la política, la que debería ser pero que a menudo, a mi parecer, no lo es demasiado», denunció.

Un político al que encarna Servillo en la que es su octava colaboración con Sorrentino, con quien mantiene una clara sintonía, como reconoció el actor en la rueda de prensa.

«Nunca me he peleado con Paolo Sorrentino. Todas las películas que hemos hecho juntos se han rodado en un ambiente muy tranquilo. Siempre nos hemos hecho el bien, pero sin planearlo: la vida nos eligió. ¿De verdad tengo que encontrar algo que nos separe?», se preguntó Servillo antes de responder divertido: «¡la música que le gusta a Paolo, a mí no!».

Gonzalo Sánchez