Cristina Lladó

Madrid, 20 sep (EFE).- La galería central del Museo del Prado, el gran “eje vertebral y vertebrador” de la pinacoteca, donde se exponen obras maestras de Tiziano, Rubens o Tintoretto, está vacía salvo por los andamios, botes de pintura, carritos para mover cuadros y un grupo de operarios que se afana en uno de los extremos para colocar unas bellísimas columnas de piedra del XVII enmarcando la entrada principal.
A un lado de la larguísima galería, las paredes lucen recién pintadas de un azul profundo y luminoso sobre las que ya reposan los cuadros que serán colgados este fin de semana.
Al otro, las paredes aún verde grisáceo que se renovarán esta semana, y sobre las que reposan los cuadros recién descolgados, vueltos de espaldas contra la pared a la espera de ser movidos y almacenados temporalmente.
Aquí y allá, esculturas envueltas en un material protector que les da un aire espectral aguardan igual suerte.
El Museo está en pleno proceso de renovación de sus salas más emblemáticas, pintando de azul los 122 metros de galería, eje principal del Prado que conecta todas las salas del piso noble del edificio.
En 2008, la galería se pintó de un verde grisáceo y “ya iba siendo hora de renovar”, explica a EFE el director adjunto de Conservación e Investigación, Alfonso Palacio, feliz con el cambio que va a dar “más profundidad y contraste” a los cuadros de artistas como Rubens, Tiziano y Guido Reni, que ocupan esta inmensa sala.
La idea del nuevo color surgió de la exposición de ‘El Greco en Santo Domingo el Antiguo’ que se inauguró el pasado mes de febrero, cuando los expertos del museo comprobaron que “el azul utilizado resaltaba los colores de los cuadros, que se veían mejor, con más profundidad y viveza”.
A lo largo de su historia la galería central ha estado pintada de rojo, amarillo, crema, blanco, gris verdoso, verde grisáceo, enumera Palacio, orgulloso de haber dado con un azul que resalta los cuadros y sus marcos.
El día que EFE pasea por la fantasmagórica galería no están los pintores. Es día de mudanza, en el que se recolocan las obras de la parte ya pintada para abrirla de nuevo al público y se retiran las de la parte que se pintará durante la semana.
Para la operación, que comenzó a principios de septiembre y estará concluida a principios de octubre, ha sido necesario mover 58 obras entre cuadros y esculturas.
Las grandes obras maestras se cuelgan en una sala en la entrada de Goya del museo; las demás se depositan en dos salas contiguas habilitadas como almacén temporal.
“Se trata de que nadie se quede sin ver ‘Las tres gracias’ de Rubens, o el ‘Carlos V vencedor de la batalla de Mülhberg’ de Tiziano, explica Palacio.
Ahora, a mitad de los trabajos, han vuelto a la galería y esperan ser colgadas de nuevo los dos ‘Entierro de Cristo’, de Rubens; el ‘Adán y Eva’ de Tiziano o el ‘Hipómenes y Atalanta’ de Guido Reni.
A la entrada de la galería, enmarcando el paso, los operarios colocan y aseguran dos elegantísimas columnas italianas de piedra; junto a ellas, en una esquina, la estatua de ‘Carlos V’ de Leone y Pompeo Leoni, espera pacientemente su nueva ubicación.
Si todo va bien, la primera semana de octubre se abrirá al público de nuevo la totalidad de la galería con su nuevo color “más contrastado y contrastante, lo que permitirá ver mejor las obras, en todo su esplendor, y realzará los marcos dorados”, confía Palacio. EFE
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