Todas las ciudades españolas pueden ser aptas para moverse en bicicleta, según expertos

Celebración del congreso ibérico 'La bicicleta y la ciudad', este viernes en la Facultad de Filología, en Santiago de Compostela. EFE/Xurxo Martínez

Santiago de Compostela, 27 jun (EFE).- Moverse en bicicleta en el día a día no es una utopía solo alcanzable en algunas urbes privilegiadas: todas las ciudades españolas pueden aspirar a vivirlo si se trabaja para ello, han defendido este viernes expertos en el congreso La bicicleta y la ciudad.

Esta cita, que suma 21 ediciones, reúne en Santiago de Compostela hasta el domingo a instituciones, movimientos ciudadanos y profesionales que trabajan por una movilidad activa y sostenible, cuando la bicicleta gana adeptos en España y otras partes del mundo.

¿Todas las ciudades españolas pueden ser recorridas en bicicleta? «Todísimas», ha asegurado a EFE la coordinadora técnica de ConBici, la entidad que organiza el congreso, Belén Calahorro, al señalar que todas las urbes, en el pasado, ya fueron ciclistas.

«Hay ejemplos en todas partes del mundo de ciudades que usan la bici y que tienen dificultades, incluso mayores que las de muchas ciudades españolas», ha explicado Calahorro, poniendo como ejemplo los países nórdicos, con un clima más desfavorable para pedalear que España.

Pero, para ello hay que desarrollar infraestructuras y promover que más personas se muevan en bici, porque «nuestra ciudad normalmente está más preparada para el desplazamiento en coche que en bici, y eso hace que las barreras crezcan aún más», ha dicho.

San Sebastián, un referente

Un ciclista circula por el paseo de la Concha de San Sebastián bajo una intensa lluvia. EFE/Juan Herrero.

Aun así, ya existen buenos ejemplos en España, como Barcelona, Sevilla, Valencia o San Sebastián, donde se han dado pasos adelante para impulsar esta forma de movilidad.

En el caso de San Sebastián, la iniciativa empezó hace dos décadas y ha permitido que hoy en día haya una red de casi 83 kilómetros de carriles bici, con una media de 28.000 desplazamientos diarios, según su concejal de Diversidad, Inclusión y Medioambiente, Íñigo García Villanueva.

Se ha conseguido una «cultura de la bicicleta», ha aseverado a EFE el concejal, favoreciendo medidas como las zonas 30, calles donde es complicado hacer un carril bici independiente y se da prioridad a la bicicleta antes que al coche en la circulación.

Proyectos que tienen ahora una «aceptación social que seguramente hace diez años no era posible», ha asegurado por su parte el diputado foral de sostenibilidad de Gipuzkoa, José Ignacio Asensio, para quien las quejas, sobre todo de habituales usuarios de vehículo privado, han ido desapareciendo.

En esta provincia hay iniciativas para construir una red de 433 kilómetros de vías ciclistas, de las que ya se ha cumplido entre un 60 y 65 %, y hay una inversión planeada de 50 millones de euros.

La orografía difícil y la lluvia no han impedido el triunfo de la bici en esta región, donde el sistema de tarifas premia los usuarios que combinan el pedaleo con el transporte público.

La revolución francesa

Las ciudades españolas también pueden tomar ejemplo al otro lado de la frontera, en Francia, que ha sufrido una transformación en los últimos años debido a factores como la legislación que obligaba a tener en cuenta las bicicletas para renovar una calle, las redes de bicis compartidas o las ayudas a la compra.

También las ‘coronapistas’ temporales instaladas durante la pandemia de covid-19 que se hicieron permanentes o la estrategia de reordenar el espacio público, por ejemplo cortando al tráfico las calles donde hay escuelas, ha enumerado a EFE Marie Joly, consultora del Cerema, un organismo público francés de planificación y transporte.

«París hace seis años no se podía imaginar lo que hay ahora», ha señalado Joly, que ha insistido en que esta revolución no se limita a la capital y está en muchas ciudades.

Hay formación para que los niños sepan moverse en bici, alquileres de bicicletas de larga duración y programas para capacitar a técnicos de zonas con poca densidad poblacional para que impulsen estas políticas en sus municipios.

Joly ha reconocido que hubo «bastantes críticas» al principio, pero la gente se ha ido acostumbrando y hasta quien usa el coche cambia su forma de conducir porque sabe que hay ciclistas. «Toma tiempo», ha insistido.

También es fundamental la financiación. Este año se ha reducido a unos 50 millones, pero hubo ejercicios donde alcanzó los 600.

Muy por encima de lo que se destina en España, ha lamentado Calahorro, de ConBici, que alerta de la diferencia «abismal» con el presupuesto dedicado a los medios motorizados, «insostenibles y que deberíamos racionalizar».

Pese a las dificultades, pedalear sigue captando fieles y ConBici animan a probarlo y «empezar con un desplazamiento sencillo y buscar a alguien que usa la bici que les explique qué hace para reducir las barreras. Es calidad de vida».

Paula Fernández