Raúl Salgado

Narón (A Coruña), 7 mar (EFE).- Toni Acosta inaugura este viernes en Narón (A Coruña) la décima edición del Festival Internacional del Monólogo Teatral Singular con ‘Una madre de película’, una obra con la que pretende que “vengan adolescentes al teatro” y en la que ella explora las inseguridades y el síndrome del nido vacío.

Esta actriz de La Orotava (Tenerife, 1972) es la protagonista de la primera obra a escena de este ciclo y en una entrevista con EFE ha contado que afrontó el espectáculo dando prioridad al “disfrute” porque piensa “siempre más en lo positivo que aporta” este trabajo que en el vértigo de las tablas, alejado de las “rutinas” del cine o la televisión.
Acosta no duda en confesar que se siente “más desnuda, pero también más poderosa”, ya que el viaje que traza el texto correspondiente, “de principio a fin, lo controlas tú sola en un escenario, con todo lo que pase” y por encima de un “miedo que es poderoso también”.
‘Una madre de película’ habla de “inseguridades” con un personaje, Eva María, por el cual, dice Acosta, “el público siente una profunda empatía” hacia una mujer que se siente “abandonada cuando es ley de vida que tu hijo se marche de casa”.
“No quería stand-up comedy; quería un personaje que reflejase ese drama que es el nido vacío, pero visto desde fuera es una comedia”, ha adelantado la tinerfeña, que tendrá otras dos paradas en suelo gallego en el inicio del mes de marzo.
Aspira Toni Acosta a que madres y padres “se sientan identificados con este viaje”, su estreno con un monólogo en el que el texto y la dirección corren a cargo de Juan Carlos Rubio, “mi cómplice de vida”.
La intérprete tenía la “ilusión” de debutar con un texto original” y muchas “ganas de abrir este melón”, el del reto de saber reaccionar cuando los hijos abren la puerta a una vida lejos del hogar familiar.
“Yo, no mi personaje, iba muy de moderna, pero hay una especie de vacío cuando has dedicado veinte años de tu vida a los cuidados”, reconoce la canaria, que alude a un “vacío que ni siquiera se puede llenar” cuando “empiezan a volar; porque sabías dónde estaban en cada momento y eso ya no está”.
La actriz ha obtenido una lección de la preparación de la obra, y no es otra más que esa es “una etapa que hay que atravesar, como un desierto, hay que coger agua, un poco de fruta y proteínas y a caminar”.
Durante los ensayos, desvela la intérprete, salió a relucir “algo muy interesante”, el enfoque de una “generación de madres y padres que son los nuestros, cómo nos fuimos nosotros del nido”, un hallazgo que le ha permitido conectar con las vivencias de sus progenitores.
“Jamás oyeron hablar de conciliación; trabajaban y nunca se plantearon la igualdad real en el reparto de tareas”, opina Acosta, que vivió la preparación del monólogo como un “proceso agotador y creativo que repetiría mil veces, pues nos descubrió mil cosas que no sabíamos que íbamos a tratar”.
Quién mejor que su propio padre para examinar el resultado final: “Lo vio casi seguido tres veces. Me decía mi hija que lloraba siempre en el mismo momento. Es precioso que puedan venir distintas generaciones”.
Con este “espectáculo intergeneracional”, en plena efervescencia del consumo rápido en redes sociales, la actriz tiene ahora un objetivo: “Quiero que al teatro vengan también los adolescentes, igual que planean ir a un concierto. Necesitamos darles contenidos que les interesen. Hay una responsabilidad en nosotros”.