Tradición de ‘Los Chinegros’: devoción y latigazos en San Juan de Oriente, Nicaragua

Personas se dan latigazos durante el tradicional baile de 'Los Chinegros' en honor a San Juan Bautista este martes, en San Juan de Oriente (Nicaragua). EFE/ STR

San Juan de Oriente (Nicaragua), 24 jun (EFE).- A sus 44 años, Luis Pérez aún entra a la rueda con la misma pasión que cuando tenía 12. Su cuerpo lleva algunas marcas de años de promesas pagadas a San Juan Bautista, pero también la herencia viva de una tradición que vio en su abuelo, en su padre y en sus hermanos.

Personas participan en el tradicional baile de 'Los Chinegros' en honor a San Juan Bautista este martes, en San Juan de Oriente (Nicaragua). EFE/ STR

“Mientras Dios y San Juan me lo permitan, aquí seguiré”, explica a EFE con orgullo este hombre, mientras ajusta su chilillo, ese látigo singular hecho con el pene disecado de un toro, listo para el duelo.

Personas se dan latigazos durante el tradicional baile de 'Los Chinegros' en honor a San Juan Bautista este martes, en San Juan de Oriente (Nicaragua). EFE/ STR

La escena se repite cada 24 de junio en San Juan de Oriente, un pintoresco pueblo del Pacífico de Nicaragua, donde la fe y la devoción por un santo se demuestra con latigazos.

Es la danza de ‘Los Chinegros’, una tradición que lleva más de cuatro siglos de historia, donde hombres, y también algunos niños y mujeres, se baten a latigazos en un ritual que mezcla fe, dolor, cultura e identidad.

El duelo no es una pelea cualquiera. No hay odio, ni premio, ni vencedores. Solo promesas, milagros, pagar pecados y agradecimientos.

En un círculo rodeado de curiosos. Dos por dos, los devotos se enfrentan con los sus chilillos, que pueden llegar a desgarrar la piel de un solo golpe.

Pero hay reglas no escritas: no golpear el rostro, ni por debajo de la cintura, y detenerse si el rival se rinde o se retira.

“Es una forma de pagar promesas. Y también de limpiar pecados”, asegura Luis, que se prepara cada año con disciplina.

Lo vio desde pequeño y lo hizo suyo desde que tenía edad para entrar a la danza. “Es un reto para los mejores jugadores, para saber quién es el mejor, pero sin rencor”, aclara.

Esta manifestación cultural fue declarada Patrimonio Inmaterial municipal en 2019, y sus raíces se remontan a la época precolombina.

Con la llegada de los colonizadores y de los esclavos africanos, la danza tomó nuevos sentidos: el nombre ‘Los Chinegros’ alude a ese mestizaje histórico, y la figura de San Juan Bautista fue adoptada como símbolo central de la devoción.

En esta edición, la imagen también se quedó dentro de la iglesia por restricciones policiales. Aun así, en el atrio del templo y bajo un clima fresco, la tradición no se detuvo.

Cientos de personas presenciaron los duelos con telefónos celulares en mano, mientras los sonidos de la música filarmónica marcaban el ritmo de los movimientos.

Adentro, frente al altar, otros tantos rezaban, encendían velas y bailaban al santo patrón del pueblo.

Para Luis Pérez, cada latigazo es un recordatorio de su linaje, de sus raíces, y de una promesa mayor.

“No sé hasta cuándo podré seguir, pero sí sé que esta danza vive en mí”, dice, mientras el sonido seco de los látigos vuelve a rebotar entre las paredes del templo y las calles del pueblo.