París, 14 ago (EFE).- Tres cuartas partes del territorio francés se encuentran este jueves en alerta por la ola de calor que empezó hace siete días en una parte del territorio, aunque se esperan temperaturas ligeramente menos altas antes de un nuevo pico durante el fin de semana.
Météo France ha desactivado la alerta roja en los cinco departamentos que estaba el miércoles, pero ha extendido el aviso naranja a 80 del centenar en el país y prevé un descenso provisorio de las temperaturas, en particular en el centro este, «pero siguen a niveles caniculares». Así habrá valores superiores a los 35 grados al sur de una línea que va de La Rochelle a Sedan.
Ese ligero descenso en el termómetro se debe en parte a un frente de tormentas el miércoles y la madrugada del jueves, que ha sido virulento en regiones del suroeste y del noreste.
El miércoles por la tarde se volvieron a batir récords históricos en varias estaciones meteorológicas francesas como en Chateaumeillant (41,7 grados), Montbeugny (41,1), Nevers (39,8), Saint Michel de la Maurienne (39,7) o Vernoux (37,6).
Este jueves, el día ha comenzado con mínimas que no han bajado de los 20 grados en la mitad este del país, y en torno a 25 grados en el valle del Ródano. Las máximas van a llegar a unos 38 grados en la región de Toulouse.
A partir del viernes, las cosas irán de nuevo a peor y se espera que se alcance o se supere el umbral de los 40 grados en ciudades como Burdeos, Biarritz o Montpellier y eso volverá a repetirse el sábado.
Uno de los efectos de la canícula en Francia es la contaminación por ozono, un episodio que en la región de París empezó el miércoles y que ha llevado a la Prefectura a establecer allí limitaciones de velocidad de 110 kilómetros en las autopistas con carácter general, en lugar de los 130 habitualmente.
También se han reducido los límites a 90 kilómetros por hora en otras autopistas o carreteras donde normalmente son de 110; y a 70 kilómetros por hora en otras vías donde en otra situación son de 90 u 80 kilómetros por hora.