Guayaquil (Ecuador), 30 may (EFE).- El 32 % de las alumnas universitarias en Ecuador han sufrido violencia de género y seis de cada diez estudiantes en general afirman que las instituciones de educación superior en el país no son espacios seguros y libres de violencia para ellas.
Además, el 74,7 % de los estudiantes considera que los casos de violencia basada en género quedan impunes en el ámbito educativo superior, y el 80,3 % afirma que la universidad está más pendiente de su imagen institucional que de dar respuesta a las agresiones reportadas.
Estos resultados son parte de un diagnóstico realizado en el marco del proyecto ‘Problemas críticos, oportunidades y buenas prácticas para prevenir y responder a la violencia de género en la comunidad universitaria en Ecuador’, presentado este viernes en Guayaquil.
Este proyecto está liderado por la Universidad Andina Simón Bolívar, en coordinación con la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG), la Universidad Nacional de Loja, la Universidad Politécnica Salesiana y la Universidad Central del Ecuador (UCE).
Esta iniciativa, que también cuenta con el respaldo de la Universidad Católica de Lovaina (KU Leuven) y la cooperación interuniversitaria flamenca VLIR-UOS, busca fortalecer las capacidades de los centros de educación superior para prevenir y enfrentar la violencia de género y contribuir a la construcción de políticas públicas a nivel nacional.
Violencia de género en las universidades
La primera parte de este proyecto fue la realización de una encuesta a 6.896 estudiantes, el 58 % mujeres, de diversos semestres y carreras de las regiones costa, sierra y Amazonía, y de diferentes edades para determinar cuántos sufren violencia, qué tipo de agresiones son las más frecuentes, quiénes son los que perpetran esta violencia y cómo es la actuación de las universidades.
María de Lourdes Larrea, docente de la Universidad Andina Simón Bolívar e investigadora principal en este proyecto, explicó a EFE que entre 2017 y 2021 algunos centros de educación superior ya habían levantado información sobre casos de acoso sexual, por lo que ahora quisieron ir más allá y conocer cuáles son los otros tipos de violencia que se registran, pero, sobre todo, por qué persisten estas agresiones si desde 2019 las universidades tienen protocolos de actuación.
“Queríamos saber cuáles son las barreras que están impidiendo la prevención y que tengamos un espacio seguro”, agregó Larrea.
26 % no pide ayuda a universidad
El 26 % de las personas encuestadas señaló que no piden ayuda en la universidad cuando sufren violencia de género porque no saben a quién acudir y también por miedo a represalias o afectación a su carrera. Un 72 % señaló que acude a compañeros y compañeras o a personas externas al centro educativo.
En la encuesta se detectó que los nudos críticos para prevenir estos casos son la naturalización de la violencia basada en género, la falta de mecanismos efectivos de prevención y de actuación y la falta de políticas institucionales para la sanción y reparación ante casos de violencia machista.
Las personas de diversidades sexogenéricas encuestadas en este proyecto son las que más reportaron haber sufrido violencia en la universidad, un 44 %.
Proposiciones de sexo a cambio de beneficios académicos
El 14 % de ellas señaló haber recibido solicitudes de tipo sexual a cambio de beneficios académicos y un 13 % recibió ofensas por expresar una identidad de género no tradicional.
“Constantemente se las está silenciando cuando se las ofende por expresar una identidad diferente”, señaló durante la presentación de los resultados el docente de la Universidad Andina Carlos Reyes.
En el diagnóstico también se pudo determinar que los docentes son los que más ejercen violencia física, psicológica y chantajes, mientras que son otros alumnos los que perpetran la violencia sexual.
Acciones concretas de prevención y actuación
Larrea dijo estar consciente de que hay un subregistro de los casos de violencia de género en las universidades, pues muchas víctimas tienen miedo a denunciar, no las identifican o en su entorno se banalizan.
Tras este diagnóstico se está realizando un curso de formación a personal de estas seis universidades, que son los encargados de implementar las rutas de prevención y atención, quienes, según dijo Larrea, no han sabido identificar las violencias durante estos años ni han aplicado correctamente los protocolos.
De ese curso saldrá este mismo año un plan de acción que las universidades se han comprometido a implementar para mejorar sus mecanismos de detección y atención a casos de violencia de género.