Redacción América, 7 may (EFE).- Mientras Europa ardía y las tropas aliadas se abrían paso en los frentes de combate, América Latina vivía su propio conflicto: entre la neutralidad, la presión geopolítica y el apoyo material o simbólico a la guerra. Ocho décadas después de la rendición de la Alemania nazi, el continente todavía revela historias poco contadas: soldados brasileños en Italia, carne uruguaya para los ejércitos, espías nazis en Chile, bases militares en Galápagos y pilotos mexicanos bombardeando en Filipinas.
América Latina no fue un actor menor: fue testigo, cómplice y, en más de un caso, protagonista.
A ochenta años del fin del régimen nazi, el papel de América Latina en la Segunda Guerra Mundial sigue siendo una trama compleja de decisiones políticas, intereses estratégicos y episodios humanos de heroísmo, oportunismo o tragedia. Aunque lejana de los principales teatros de combate, la región vivió intensamente la guerra, dividida entre la neutralidad, el alineamiento con los Aliados y el temor al Eje.
Brasil, el más activo

Brasil fue el único país latinoamericano que envió tropas al frente europeo. Tras mantenerse formalmente neutral, la dictadura de Getulio Vargas declaró la guerra al Eje en 1942, luego de ataques alemanes a navíos brasileños. La Fuerza Expedicionaria Brasileña, con más de 25.000 soldados, combatió en Italia y fue clave en la toma de Monte Castelo. Sin embargo, 467 brasileños no volvieron.
Las bases aéreas del noreste brasileño también fueron estratégicas para los aliados. Aunque Brasil alineó su política exterior con EE.UU., mantuvo durante años simpatías por el fascismo, como lo evidencian algunas políticas internas del régimen de Vargas.
Argentina, entre la neutralidad y el cálculo

Argentina resistió hasta último momento las presiones aliadas. Conservó su neutralidad incluso después del ataque a Pearl Harbor. Solo rompió relaciones con el Eje en 1944, ya bajo un Gobierno militar, y declaró la guerra en marzo de 1945, apenas semanas antes del colapso alemán. No envió tropas, pero al menos 5.000 argentinos —400 de ellos mujeres— participaron como voluntarios del lado aliado.
Tras el conflicto, el país se convirtió en refugio de nazis notorios como Adolf Eichmann y Josef Mengele, pero también recibió a miles de refugiados europeos, incluidos judíos.
La entrada de México a la guerra fue impulsada por el hundimiento de dos buques petroleros por submarinos alemanes en 1942. El país declaró la guerra al Eje y contribuyó tanto con materias primas —minerales clave para la industria armamentística— como con soldados: el Escuadrón 201 participó en 53 misiones en Filipinas, en apoyo a la aviación estadounidense. Fue la única unidad militar mexicana en combate directo.
Chile: espionaje y doble rostro
Chile se mantuvo neutral hasta abril de 1945. Durante ese tiempo, se convirtió en punto de operaciones del espionaje nazi en Suramérica. Desde la Embajada alemana se coordinaban redes de propaganda e inteligencia. En paralelo, el país acogió a miles de refugiados, incluidos judíos europeos, y más de 600 chilenos lucharon como voluntarios con los aliados.
Uruguay fue escenario de la primera batalla naval entre Alemania y Reino Unido en 1939, frente a Montevideo. El acorazado alemán Graf Spee terminó autodestruyéndose. Además, el Frigorífico Anglo de Fray Bentos abasteció de carne a las tropas aliadas, convirtiéndose en un engranaje logístico vital.
Otras aportaciones y alineamientos
Paraguay, presionado por EE.UU., rompió relaciones con el Eje y declaró la guerra en 1945. Aunque sin presencia militar en el conflicto, su economía agroexportadora se vio beneficiada. En el país se refugiaron nazis como Mengele y Edward Roschman.
En Colombia, el hundimiento de barcos mercantes por submarinos alemanes llevó a declarar el “estado de beligerancia”. Se detuvo a ciudadanos de los países del Eje en el Hotel Sabaneta, pero el país no participó directamente en combates.
Ecuador fue clave por su posición geográfica. Permitió bases militares estadounidenses en Salinas y Galápagos, fundamentales para proteger el Canal de Panamá. Su balsa fue usada en aviones británicos, y sus exportaciones agrícolas crecieron.
Cuba protegió el Caribe de submarinos nazis y hundió el U-176, siendo el único país de la región en hacerlo por mar. Nicaragua y Guatemala, bajo fuerte influencia estadounidense, declararon la guerra rápidamente al Eje y confiscaron bienes de ciudadanos alemanes.
Un continente en la retaguardia del conflicto
Perú, Bolivia, El Salvador, Costa Rica, Venezuela, República Dominicana y otros países contribuyeron principalmente con recursos, materias primas o el uso de sus territorios para fines estratégicos. Bolivia, por ejemplo, fue fundamental para el suministro de estaño; República Dominicana acogió a refugiados judíos.
Aunque su papel militar fue limitado, América Latina fue decisiva en otros frentes: el económico, el diplomático, el moral y el humano. El fin de la guerra reconfiguró su relación con Estados Unidos, abrió las puertas a nuevos migrantes y dejó, en muchos casos, heridas que aún no se cierran.