Kiev, 15 jul (EFE).- A la espera de que se conozcan los plazos de entrega y el tipo de armamento que recibirá Kiev, los ucranianos ven con alivio y optimismo la decisión de Washington de enviarles material militar adicional, pero los 50 días de plazo para firmar la paz que el presidente Donald Trump ha dado a su homólogo ruso Vladímir Putin han sido interpretados también como una nueva concesión al Kremlin para que conquiste más territorio antes de sentarse a negociar.
“Putin tiene casi dos meses para volcarse en su ofensiva de verano sin temor a ser sancionado por ello”, dice a EFE en Kiev durante sus días de permiso un soldado ucraniano que combate en el frente de Járkov y se identifica simplemente como Vladislav.
La preocupación sobre el plazo del ultimátum de Trump a Putin para dictar nuevas sanciones contra Rusia y quienes compran su petróleo si Rusia no accede a parar la guerra se debe, en parte, a una información publicada por el medio estadounidense Axios.
La publicación afirma que Putin le dijo a Trump en la llamada que mantuvieron el 3 de julio que pensaba intensificar durante los próximos 60 días sus esfuerzos para conquistar todas las regiones ucranianas que Moscú ha declarado rusas.
“Si este plazo acaba siendo o no una oportunidad para Rusia dependerá en gran medida de las armas que reciba Ucrania”, afirma el militar. “Si sólo nos envía armamento defensivo para proteger sobre todo la retaguardia, EE.UU. podrá decir que protege a la población civil ucraniana mientras facilita una nueva campaña de Putin; si nos envían también misiles de larga distancia y otras armas ofensivas, podemos cambiar a nuestro favor el curso de la guerra”, agrega.
Según ha publicado el Washington Post, el cambio de política de Trump sobre Ucrania podría incluir la eliminación de todas las restricciones a Kiev en el uso contra objetivos militares en suelo ruso de misiles estadounidenses ATACMS, capaces de alcanzar objetivos a una distancia de 300 kilómetros.
La publicación ha escrito además que Trump se plantea incluso enviar misiles Tomahawk -con un alcance de al menos 1.600 kilómetros- a Ucrania, lo que multiplicaría de forma dramática las opciones de Kiev de debilitar al enemigo en su propio territorio.
Un cambio de paradigma en la relación Rusia-EE.UU.
En uno de sus editoriales en YouTube, el analista ucraniano Vitali Pórtnikov ha destacado la importancia que en el curso de la guerra puede tener el giro de Trump sobre Rusia provocado por las largas que le está dando Putin a su petición de que baje las armas.
Para Pórtnikov, el nuevo posicionamiento de la Casa Blanca hace imposible que Putin continúe pretendiendo que quiere negociar como le pide Washington mientras intensifica sus acciones militares, y le obliga a elegir entre el realineamiento con EE.UU. que le propone Trump y sus objetivos de máximos en Ucrania.
“Se puede decir, claro, que Trump le da la posibilidad a Putin de, en esos 50 días, conquistar todo lo que Putin quiera conquistar”, declara Pórtnikov, que duda, sin embargo, de que el Ejército ruso tenga capacidad para conseguir en este espacio de tiempo avances rápidos sobre el terreno que no ha conseguido en más de tres años de guerra.
A este cálculo basado en la experiencia se suma, además, la variable de que los nuevos envíos de armamento estadounidense a Ucrania incluyan misiles de larga distancia.
“Con las nuevas armas que podemos recibir, las posibilidades del Ejército ruso pueden verse reducidas aún más”, dice Pórtnikov, que anticipa un incremento de los ataques contra aeródromos militares, fábricas de armamento y otros objetivos en la retaguardia rusa si Trump finalmente decide reforzar también las capacidades ofensivas de Ucrania.
Marcel Gascón