Járkov (Ucrania), 2 jul (EFE).- Ucrania reconoce el impacto de las minas antipersonal en la vida de los civiles en las zonas que estuvieron bajo ocupación rusa, pero tras anunciar su retirada del Tratado de Ottawa espera que su uso pueda ayudar a mitigar la superioridad numérica de Rusia y frenar los avances graduales del enemigo en el frente.
La decisión de Kiev de denunciar el tratado, anunciada el pasado domingo, se produce en un momento en el que Ucrania busca reforzar sus fortificaciones defensivas.
Por ello el Gobierno espera que las minas complementen la presencia de diversos tipos de barreras físicas y el uso masivo de drones por parte del Ejército ucraniano.
Analistas militares coinciden en que las minas antipersonal son cruciales dada la escasez de soldados en Ucrania y la creciente dependencia de Rusia de los asaltos en pequeños grupos de infantería.
A medida que Ucrania intenta evitar que más territorio sea capturado por Rusia, la necesidad de igualar las condiciones en el campo de batalla prevalecen sobre las preocupaciones por el posible impacto negativo de las minas en la población civil.
Impacto en el campo de batalla y entre civiles
Rusia, que no ha firmado la Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción de 1997, al igual que países como EE.UU., China, la India y Pakistán, ha utilizado ampliamente minas durante la invasión.
Según numerosos informes, estas minas desempeñaron un papel clave en la contención de la contraofensiva ucraniana en el verano de 2023.
En el campo de batalla, una explosión de mina suele causar heridas graves, como amputaciones de pies y heridas por metralla, lo que a menudo requiere que cuatro soldados evacuen a un compañero herido, interrumpiendo así las operaciones de combate.
En las zonas civiles, diversos tipos de minas rusas y municiones sin explotar representan una grave amenaza para seis millones de ucranianos que viven en los territorios desocupados y los más cercanos a la línea del frente, con al menos 335 muertos y más de 820 heridos en los primeros tres años de la invasión, según el Ministerio de Defensa.
En zonas liberadas como los alrededores de la ciudad oriental de Izium, en la región de Járkov, vastas áreas siguen siendo peligrosas debido a las minas colocadas por Rusia y a la escasez de zapadores.
Las advertencias de peligro están dispersas entre edificios destruidos, campos, bosques y carreteras.
Volodímir, un voluntario de Járkov de unos sesenta años, contó a EFE mientras entregaba ayuda en la zona que las minas antipersonal de salto o de tipo ‘rana’, que saltan aproximadamente un metro al activarse, provocan con frecuencia heridas mortales a los habitantes o a trabajadores de emergencias.
Las minas ‘mariposa’ o ‘pétalo’, pequeñas y verdes, son especialmente difíciles de detectar entre la hierba y siguen siendo peligrosas durante años, ya que muchas no se autodestruyen como deberían.
Habitantes como María Korchma, agricultora de la localidad de Studenok del municipio de Izium, de unos cincuenta años, enfrentan riesgos diarios: «Puedes caminar por el mismo sendero cientos de veces y pisar una mina la próxima vez», contó a EFE.
Como muchos residentes que dependen de la agricultura, desafía el peligro para mantener su sustento, cultivando vegetales o recolectando heno en algunos de los campos contaminados.
Importancia estratégica para Ucrania
El analista militar Oleksandr Kovalenko, que escribe para el Grupo de Resistencia Informativa, argumenta que la decisión de Ucrania de reanudar el uso de minas antipersonal debió haberse tomado antes para frenar las conquistas territoriales rusas, que se intensificaron en junio.
Sin embargo, las limitadas reservas de minas de Ucrania implican que el impacto en el campo de batalla podría no sentirse hasta finales del año.
Cuando Ucrania ratificó el Tratado de Ottawa en 2005, poseía uno de los mayores arsenales de minas del mundo, pero entre 2015 y 2018 destruyó tres millones de minas antipersonal en cumplimiento de la convención internacional.
En 2024, Estados Unidos prometió suministrar minas antipersonal a Ucrania, pero su impacto es limitado por restricciones tecnológicas, como la necesidad de que un zapador las active o su operatividad durante solo algunas semanas.
Salir del tratado permitirá a Ucrania adquirir grandes cantidades de minas de los arsenales globales e invertir en producción nacional, algo que Kovalenko considera tan vital como la fabricación de drones y proyectiles de artillería.
Analistas sugieren que países con excedentes de minas podrían beneficiarse económicamente vendiéndolas a Ucrania y evitar así los costes de destrucción que exige la convención.
Rostyslav Averchuk