Madrid, 25 may (EFE).- El 29 de mayo de 2024, el Rayo Vallecano celebró el inicio del centenario con un partido de leyendas del fútbol nacional e internacional. Un año después lo ha cerrado con el mejor final posible, un octavo puesto en Liga y una clasificación histórica europea para disputar la Liga Conferencia.
La temporada 2024/2025 será difícil de olvidar para el rayismo. Ha sido un curso brillante. Quizá hasta el punto de que seguramente ni los más optimistas a principios de campaña podían imaginar un final así.
“Estoy muy orgulloso, no me imaginaba un escenario tan exitoso”, dijo Iñigo Pérez tras el partido con el Mallorca que permitió al Rayo sumar un punto de oro para clasificarse para la Liga Europa.
Ese empate en el último partido de Liga ha sido el colofón a la temporada del centenario y, como no podía ser de otra forma en la historia del Rayo, también llegó con suspense. Afición y jugadores aguardaron con la radio en los oídos tras acabar su partido que también terminara el de Osasuna en Mendizorroza. Ese empate también les benefició y la fiesta que siguió después será de esas que se recuerdan.
La noche ha sido larga y la resaca también lo será porque Vallecas sueña despierta. El nombre del barrio, al igual que ocurrió en la temporada 2000/2001, también sonará por Europa. Es el orgullo de una afición que se sabe de un club humilde en un barrio trabajador. Todo se consigue con esfuerzo, hasta lo más pequeño.
Iñigo Pérez, en poco más de un año como capitán del vestuario, ha sido el arquitecto que ha diseñado un Rayo reconocible en su juego pero con unos conceptos tácticos muy claros: presión alta, dominio del balón, juego vertical, esfuerzo solidario. Además, se ha sabido adaptar a la filosofía del barrio y a esos valores de valentía, coraje y nobleza que lleva con orgullo su afición.
Los resultados están ahí y ahora toca disfrutar del parón veraniego antes de regresar a los entrenamientos a principios de julio para afrontar una temporada que se prevé apasionante pero también complicada por el reto de afrontar tres competiciones con una plantilla hecha con un presupuesto limitado.
En el Rayo saben que en el fútbol no todo es el dinero y que a veces, como dice Iñigo Pérez, “más dinero no es sinónimo de tener más éxito”. Hay otros componentes que también entran en juego y que hacen que el nombre no lo sea todo. Un ejemplo es el colombiano James Rodríguez, que llegó el pasado verano como refuerzo de lujo pero que no se adaptó a la idiosincracia del equipo y acabó sin minutos y saliendo del equipo en el mercado de invierno.
La temporada del primer equipo es sobresaliente y eso quizá sea lo que más se ve. La otra cara de la moneda no es agradable. La estabilidad económica que ha dado a la entidad la directiva que preside Raúl Martín Presa no ha servido para que el club crezca de la misma forma en otras parcelas.
La relación entre la afición y la directiva está totalmente rota desde hace años y, entre las críticas hacía la gestión de Presa, está la dejadez que se ha tenido con el equipo femenino, la situación de la cantera, el estado del estadio, sucio y con instalaciones obsoletas, el poco compromiso con las causas sociales que promueven o la imposibilidad de comprar entradas por internet.
Este tipo de aspectos son los que empañan la situación deportiva que vive el primer equipo y que para que el club crezca se deben mejorar. La oportunidad con la clasificación europea puede ser de oro por los ingresos y también para hacer borrón y cuenta nueva y cambiar el modo de gestión para que la entidad crezca en la dirección que debe.
David Ramiro