Fatima Zohra Bouaziz
Rabat, 10 jul (EFE).- Un busardo moro rescatado de un mercado ilegal, un búho chico con un ala roto y un buitre moteado con trauma por colisión: estas aves rapaces han encontrado una segunda oportunidad en un centro de rehabilitación en Marruecos que lucha por devolver estos pájaros a su hábitat natural.
Situado a unos 30 kilómetros al noreste de Rabat, en el bosque de Maamora, el Centro de Atención de Aves Rapaces de Bir Lahmer está especializado en aves rapaces diurnas y nocturnas y recibe anualmente entre 100 y 150 ejemplares de diferentes especies que han sido lesionadas, se encuentran enfermas o que han sufrido daños por electrocuciones, colisiones, intoxicaciones u otras causas.
200 aves liberadas

El centro es el fruto de una asociación entre la estatal Agencia Nacional de Agua y Bosques (ANEF, por sus siglas en francés) que se encarga de la recogida de los pájaros dañados a través de sus unidades repartidas en el país, y la Asociación Marroquí para la Protección de Rapaces (AMPR), que se encarga de su rehabilitación y seguimiento.
«El objetivo principal del centro es recibir a los pájaros enfermos o lesionados para luego reintroducirlos en su entorno natural», afirma a EFE Karim Rousselon, presidente de AMPR y responsable del centro.
Mientras atendía a un busardo moro lesionado, Rousselon explica que la misión del centro consiste en evaluar el estado de las aves que han sufrido algún daño, ofrecerles los primeros auxilios y transferir los casos más delicados a una clínica veterinaria.
Una vez atendidos, los pájaros son transferidos a una de las amplias jaulas del centro, organizadas por especies. En estas áreas de rehabilitación, atraviesan diferentes etapas de tratamiento centradas en la readaptación física y el fortalecimiento muscular, detalla Rousselon.
Y cuando se consideren recuperadas, el centro procede a su liberación después de haberlas colocado una anilla de identificación individual y un dispositivo GPS, que permite seguir sus movimientos en tiempo real.
Desde su creación en 2021, el centro ha liberado alrededor de 200 aves rapaces, señala Rousselon. Explica que un tercio de los ejemplares que llegan permanecen en cautividad porque no están en condiciones para volver a la vida silvestre.
«Hay casos de aves que las liberamos en una semana, otras necesitan entre seis meses y un año para recuperarse. Pero otro tercio de los pájaros recibidos se quedan en el centro porque no pueden volver a su entorno natural. Los mantenemos por objetivos científicos, cuánto más sabemos sobre estos pájaros mejor podemos protegerlos», apunta.
Cría en cautividad
El resto son sometidos a eutanasia por su estado irreversible o mueren por otras causas. Es el caso de un águila imperial procedente de España que llegó con una lesión pero que no resistió la intensa ola de calor que azotó el país en las últimas semanas.
Otro de los objetivos del centro es la cría en cautividad de varias especies. Entre ellas destacan dos parejas de buitre moteado, una especie en peligro crítico de extinción, que el centro intenta incorporar a su programa de reproducción para regenerar la población, de la que apenas quedan 25 parejas en el país magrebí.
Con este programa, la asociación y ANEF buscan que Marruecos recupere su papel de zona de cría para diversas especies de rapaces migratorias.
Mohamed Bouamama, jefe de la unidad de la fauna silvestre de Kenitra en ANEF, subraya que, gracias a la colaboración entre la agencia y la sociedad civil, hace dos años se logró que el buitre leonado volviera a nidificar en Marruecos después de cinco décadas.
Marruecos alberga 35 especies de aves rapaces diurnas y otras 7 nocturnas, lo que convierte el país en un corredor para unas 200.000 rapaces.
Más allá de la rehabilitación y la cría en cautividad, el centro insiste también en la labor de sensibilización sobre la importancia de estas aves en el mantenimiento del equilibrio de la biodiversidad.
«Las aves rapaces son depredadoras que están en el nivel más alto de la cadena trófica, y constituyen un bioindicador del estado de salud del ecosistema. Cuando la población de rapaces está estable, significa que todo el ciclo natural funciona bien», afirma Rousselon.