Madrid, 25 ago (EFE).- La exposición a la contaminación del aire aumenta el número de ingresos y mortalidad por infarto agudo de miocardio durante la hospitalización que, en días de niveles altos, puede incrementarse hasta un 14 %, según un estudio de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Española del Corazón (FEC).
Los investigadores han llegado a esta conclusión tras analizar los datos de 122 hospitales del Sistema Nacional de Salud con estaciones de mediciones ambientales ubicadas en un radio de 10 kilómetros y la información de 115.071 pacientes mayores de 18 años con diagnóstico de infarto agudo de miocardio entre 2016 y 2021.
En concreto, los resultados han demostrado cómo concentraciones de partículas PM 2.5 superiores a 10 microgramos por metro cúbico en los tres días previos al ingreso se asocian con un incremento significativo en los ingresos hospitalarios por infarto agudo de miocardio de hasta 22 infartos más por cada 1.000 ingresos.
Asimismo, cuando los niveles de contaminación son muy elevados y superan los 25 microgramos por metro cúbico, el riesgo de mortalidad se incrementa un 14 % más, lo que significa que, por cada 125 personas ingresadas, se produce aproximadamente un fallecimiento más que en días con aire más limpio, ha señalado la doctora Raquel Campuzano, primera firmante del estudio.
Publicado en la Revista Española de Cardiología, el trabajo ha utilizado los datos de contaminación atmosférica, temperatura y humedad obtenidas de las bases de datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y la información sobre ingresos hospitalarios por infarto agudo de miocardio y mortalidad hospitalaria del Conjunto Mínimo Básico de Datos (CMBD) del Ministerio de Sanidad.
Ante sus resultados, los investigadores han insistido en la necesidad de que la contaminación ambiental se aborde como un factor de riesgo clave en la salud cardiovascular.
Las partículas de la materia en suspensión en el aire (PM 2.5 y PM 10) son productos contaminantes con alto impacto medioambiental; cuanto menor es su tamaño, más dañinas para la salud pueden resultar, advierten los expertos.
«Estas partículas pueden provocar inflamación en el cuerpo, alterar el funcionamiento de los vasos sanguíneos y aumentar el riesgo de coágulos», efectos que «están directamente relacionados con el avance de la aterosclerosis (el endurecimiento y estrechamiento de las arterias) y con la rotura de las placas que se forman en ellas, lo que puede desencadenar eventos graves como un infarto», ha avisado el doctor Jordi Bañeras, coautor del estudio.