Santa Cruz de Tenerife, 6 oct (EFE).- La forma del cerebro, y no solo su tamaño, podría convertirse en un nuevo marcador para detectar de manera temprana el deterioro cognitivo y la enfermedad de Alzheimer, según un estudio internacional en el que ha participado la Universidad de La Laguna (ULL).
La investigación, publicada en la revista Nature Communications, demuestra que el envejecimiento altera la geometría del cerebro de forma sistemática: las zonas inferiores tienden a expandirse mientras que las superiores se comprimen, un patrón directamente vinculado con la pérdida de memoria, razonamiento y otras funciones cognitivas, según ha informado este lunes la ULL en un comunicado.
Estos cambios estructurales, que se acentúan en personas con deterioro cognitivo, podrían además explicar por qué regiones como la corteza entorrinal, una de las primeras afectadas en el alzhéimer, son especialmente vulnerables al daño neuronal, debido a la presión física que ejerce el envejecimiento sobre esa área.
El profesor Niels Janssen, del Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional de la ULL, autor principal del estudio, explica que estos hallazgos “abren la puerta a identificar el riesgo de demencia muchos años antes de que aparezcan los síntomas, gracias a nuevos marcadores geométricos cerebrales”.
El trabajo, desarrollado junto al Centro de Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria de la Universidad de California en Irvine, subraya la necesidad de entender cómo los cambios mecánicos del envejecimiento influyen en la vulnerabilidad del cerebro y aportan nuevas claves para su protección.