Bogotá, 26 abr (EFE).- La literatura que viaja sobre ruedas es la inspiración del pabellón de España en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) que abrió sus puertas este sábado, donde el país europeo, como invitado de honor, rinde tributo a las bibliotecas ambulantes que fueron las portadoras de libros a los rincones más aislados.
Históricamente las bibliotecas públicas jugaron un papel fundamental en el acceso al conocimiento, pero las poblaciones rurales quedaron durante décadas fuera de su alcance.
Para combatir esa desigualdad surgieron las bibliotecas móviles, pequeños transportes cargados de libros que recorrían caminos de tierra, montañas y llanuras.
“Nuestro pabellón quiere rendir homenaje a esas bibliotecas presentes en zonas despobladas o sin recursos, lejos de las grandes capitales”, destacó el ministro de Cultura de España, Ernest Urtasun, durante la inauguración del mismo, el viernes por la noche.
El pabellón español, de 3.000 metros cuadrados, se despliega como un recorrido dividido en tres plazas: una de bienvenida, otra de lectura y una última de despedida gastronómica.
Entre audiovisuales, exposiciones y más de 15.000 libros, los visitantes atraviesan dos auditorios construidos con lana que evocan los paisajes montañosos de la península ibérica y los Andes colombianos.
Mujeres depositarias de tradición

Más que una estructura, el pabellón busca ser un refugio para el pensamiento y el diálogo, un espacio donde la palabra y la memoria se entretejen.
“Aquí no se encuentran partes desgajadas de España, se encuentra la unión entre la parte más de la artesanía, de las tejedoras, con la parte más contemporánea de la creación”, explicó en declaraciones a EFE María José Gálvez, directora general del Libro, del Cómic y de la Lectura del Ministerio de Cultura de España.
El homenaje se extiende también a María Moliner, bibliotecaria clave en la historia cultural española, cuyo 125 aniversario de nacimiento se celebra este año.
Moliner fue una de las grandes impulsoras de las bibliotecas rurales y de las misiones pedagógicas que llevaron la lectura a las zonas más alejadas.
“Decía que había un libro para cualquier persona en cualquier lugar. Ella hablaba de las misiones pedagógicas con estas bibliotecas móviles, con este llevar los libros hasta el último resquicio”, recordó Gálvez.
Como recordó el viernes el escritor Javier Cercas en la inauguración de la feria, “para conocer España hay que salir de España, hay que ir a Colombia, a México o a Argentina”, una reflexión que refuerza el espíritu de conexión transatlántica que impregna todo el pabellón.
Lo ancestral y la vanguardia

La propuesta española en Bogotá no se limita a la arquitectura. Bajo el lema ‘Una cultura para la paz con los otros y con el planeta’, el pabellón también articula una rica programación que incluye literatura, poesía, cómic, cine, dramaturgia y fotografía.
“El pabellón quiere ser un espacio que albergue un foro para el diálogo desde la cultura y desde la palabra, buscando opciones y reflexiones”, detalló Gálvez, quien añadió: “Desde las instituciones, desde los proyectos, tenemos que ser quienes acerquemos la lectura y los libros a los lectores y a la ciudadanía para conseguir esa igualdad, esa libertad y esa fraternidad”.
El diseño, titulado ‘Textum / Süchi. Tejer territorios’, fue concebido por los arquitectos Luis Alexandre Casanovas, Enrique Espinosa, Santiago Pradilla y la diseñadora Paula Chalkho, y es una apuesta por la sostenibilidad que busca dar una nueva vida a todos los elementos del espacio.
“Tanto el mobiliario como los libros todo va a tener una siguiente vida” en bibliotecas, universidades y centros penitenciarios de Colombia, explicó Gálvez.
Cada detalle del pabellón respira esa voluntad de construir comunidad: desde las estructuras de acero y madera hasta los textiles tejidos a mano por mujeres artesanas de España y Colombia, reivindicando los saberes tradicionales que transmiten la literatura de generación en generación.
Durante los 17 días que dura la FilBo, los visitantes podrán recorrer un espacio que invita a pensar, leer y encontrarse, antes de que sus piezas se dispersen por nuevas casas del saber, siguiendo la ruta de las antiguas bibliotecas rodantes a las que el pabellón español rinde homenaje.
Paula Cabaleiro