Un libro indaga en la obra de tres maestros escultores del románico silense en Aragón

El doctor en Historia del Arte José Luis García Lloret posa ante la parte románica del ábside de la Seo del Salvador de Zaragoza, donde ha explicado a EFE en una entrevista los motivos que le han llevado a escribir una obra monumental que ahonda en tres maestros escultores del románico silense que dejaron huella de su arte en los territorios de Castilla, Navarra y Aragón. EFE/Javier Cebollada

Marcos Díaz

Zaragoza, 28 jun (EFE).- Un marco temporal, la segunda mitad del siglo XII, un espacio geográfico que abarca tres reinos cristianos peninsulares y una producción escultórica que mantiene rasgos homogéneos y bien definidos: estas son las premisas de las que parte el doctor en Historia del Arte José Luis García Lloret para identificar toda una escuela de escultura románica, la soriano-silense, de lo que hasta ahora se ha definido, de manera abstracta, como arte silense.

Así lo refleja en su libro ‘Una escuela de escultura románica en Aragón’, publicado recientemente por la Institución Fernando el Católico y que, a través de sus más de 500 páginas, indaga en la vida y la obra de tres maestros que dejaron huella en los territorios de Castilla, Navarra y Aragón.

Con ello, el autor logra vislumbrar el desarrollo de una escuela en lo que tradicionalmente se consideraba en los círculos académicos como un movimiento artístico.

Porque, como explica en una entrevista con EFE, “siembre se ha hablado de arte silense”, aquel que surge desde el Monasterio de Santo Domingo de Silos, con rasgos clásicos e influencia bizantina. Un estilo humanista y naturalista que innovó el Románico en sus últimos periodos.

Este movimiento influyó de manera determinante en la Castilla de la segunda mitad del siglo XII, aunque también llegó a Navarra y Aragón. Y, pese a que habitualmente no se ha hablado de una escuela alrededor de este arte, García Lloret lo observa de diferente manera.

En ese siglo XII, comenta, “hay escuelas de filosofía, como la escuela de Chartres, y estudios, germen de las universidades, que funcionan con una serie de maestros como referentes fundamentales y parece ser que las escuelas de escultura románica y de arquitectura funcionaban de manera semejante”.

Por ello, a la hora de referirse al arte silense, este experto propone que se haga también como una escuela, a semejanza de las que están identificadas en Francia o en Italia. Porque en España habría, con la soriano-silense, una “muy importante, aunque pocos investigadores lo hayan considerado de esta manera”, destaca.

Para justificar su existencia acude, en primer lugar, a sus tres focos originarios: Estella, en Navarra, con su iglesia de San Miguel, y dos centros castellanos, el monasterio de Santo Domingo de Silos y la ciudad de Soria. En los tres focos habría actuado un mismo y refinado artista, el conocido como “segundo maestro de Silos”, que en Soria habría llegado a dirigir el trabajo de unos diez escultores en la decoración de tres iglesias principales, hacia 1170-1175, bajo el mecenazgo del rey Alfonso VIII de Castilla y su mujer, la reina Leonor Plantagenet.

De esta manera, y aunque haya todavía “mucha diversidad de opiniones” en lo relativo a los sistemas de trabajo de los canteros románicos, para García Lloret “lo que muestra Soria es que hay un artista principal dirigiendo el trabajo de un gran taller regio”.

La actuación de este maestro principal habría puesto en marcha toda una escuela escultórica impulsada por relevantes discípulos, que difundieron el nuevo estilo en otros focos de Navarra y Aragón.

En esa labor habría tenido un papel fundamental un maestro llamado Giraldo, documentado en la catedral de San Salvador de Zaragoza entre 1192 y 1198, que según todos los indicios actuó también como maestro principal del foco de Tudela, repitiendo precisamente el mismo sistema de trabajo que había tenido lugar con anterioridad en Soria.

“El sistema de trabajo de Tudela parece ser el mismo que el de Soria. Yo defiendo además que venía de ahí, que eran canteros de Soria que fueron a Tudela en unas circunstancias históricas favorables, de pacto de paz entre Castilla y Navarra”, reflexiona.

Porque, como relata García Lloret, en aquel siglo XII “los pactos políticos entre reyes parecen haber estado acompañados muchas veces por intercambios artísticos y préstamos de maestros”.

De vuelta a Aragón, el autor del libro se ocupa además de “un grupo de obras de estilo muy homogéneo”, tradicionalmente atribuido a la labor de un maestro románico anónimo, conocido como “maestro de Agüero” o “maestro de San Juan de la Peña”, cuya figura histórica, sin embargo, ha sido puesta en duda por una parte de la investigación.

Una solución para el enigma del ‘maestro de San Juan de la Peña’

“Siempre defendí que allí había un creador. Cuando un estilo es único, de rasgos constantes, siempre hay detrás un maestro creador de ese estilo”, insiste, antes de nombrar al tercer protagonista de su investigación, Guillermo de Boclón, un personaje histórico que podría ser el propio maestro de San Juan de la Peña.

Sobre esta figura explica que pertenecía a una familia de origen francés, establecida en Huesca en 1096, profundamente imbricada en el tejido social de la ciudad. Su actividad se documenta en Huesca entre los años 1168 y 1195, que es precisamente el mismo período en que se realizaron las esculturas del grupo estilístico de San Juan de la Peña.

García Lloret también cuenta que todas las esculturas de este singular grupo estilístico demuestran haber sido realizadas por encargo del rey Alfonso II de Aragón y de su principal consejero, el obispo de Zaragoza don Pedro Torroja, lo que refuerza que se puedan atribuir a un distinguido maestro, que debió de gozar de gran prestigio en su tiempo.

Los trabajos paradigmáticos de la escuela

Las principales creaciones de la escuela soriano-silense son para el autor las que cabe atribuir al ‘segundo maestro de Silos’: la portada norte de San Miguel, en Estella (Navarra), la segunda etapa del claustro de Santo Domingo de Silos y la portada norte de su iglesia abacial, así como todo el trabajo desarrollado en Soria.

Desde Soria, el estilo se difundió por diversos enclaves de la extremadura castellana (los focos de Almazán y Fuentidueña), así como en los focos de Tudela y Zaragoza, posiblemente a través de uno de los más relevantes discípulos del maestro de Silos, de nombre conocido, el maestro Giraldo.

El tercer gran creador estudiado en el libro, el maestro de San Juan de la Peña, el presunto maestro Guillermo de Boclón, demuestra ser un artista formado en la tradición del románico clásico pirenaico, que se mantuvo fiel a sus raíces durante toda su vida profesional, aunque asimilando y transformando bajo su talante personal los innovadores modelos difundidos por la escuela silense.