Un Madrid festivo abre la Puerta Grande a Talavante por una faena de liviana vistosidad.

El diestro Alejandro Talavante sale a hombros a la finalización de la corrida de la Feria de San Isidro, con reses de Victoriano del Río y Cortés, este viernes en la Plaza de Toros de Las Ventas, en Madrid. EFE/Juanjo Martín

Paco Aguado

Madrid, 9 may (EFE).- La Puerta Grande de Las Ventas, de siempre tan inaccesible, ya se abrió hoy, en el primer festejo de San Isidro, para que saliera por ella a hombros Alejandro Talavante, al que el público y la presidencia quisieron premiar con dos generosas orejas por una faena tan vistosa como liviana a un toro de gran clase de la ganadería Victoriano del Río.

Para salir por el deseado umbral madrileño, en la que ya es su sexta ocasión como matador, el torero extremeño tuvo varios factores a favor, como fue hoy el festivo talante del público, pero principalmente lo fue un cornalón ejemplar de la divisa de la sierra de Madrid que no apuntó en los primeros tercios la templada hondura que iba a desarrollar ante la muleta.

Relajado, sin ponerle especial acento a los pases, Talavante potenció esa clase en las primeras fases para dejar aflorar una brava hondura a la que después fue tratando de manera muy dispar, pues junto al temple del toreo fundamental, con el que tampoco llegó a apurarla con apenas tres pases en cada serie, abundó más en los adornos y en los efectismos, con una vistosidad que contentó a ese público de aluvión.

Así, sin la recíproca entrega que merecía ‘Misterio’, la faena fue decantándose hacia la versión más liviana y reciente del ya veterano torero de Badajoz, que se dio solo al final, en unos ayudados y pases a pies juntos camino de tablas, a la debida sinceridad que pedía el gran ejemplar de Victoriano del Río.

Con todo, fue faena muy jaleada y aplaudida por el típico tendido de viernes en San Isidro, que se desató, tras una estocada defectuosa, en una fortísima pañolada en pro de esas dos orejas que el presidente no se atrevió a contradecir.

Ese cuarto fue el toro de la corrida, el único claramente bravo de un sexteto dispar de los que los más apagados entraron en el lote de Juan Ortega, que ante el noble tercero perdió su fibra a la par que el astado perdía su celo y que tuvo que abreviar con un quinto que comenzó pronto a defenderse.

Lo mejor del torero sevillano llegó con el capote, en un buen quite por chicuelinas al tercero, rematado con una larga media, al que Talavante replicó con unas suaves verónicas que fueron también lo único lucido que el extremeño logró con el percal.

Más sincero e intenso que todo esto fue lo que el francés Clemente mostró con el primero de la tarde, con el que confirmó su alternativa en Madrid, en tanto que ese que abrió plaza y feria resultó el toro de mayor aspereza y complicaciones de la muy seria corrida de Victoriano del Río.

Sin humillar y respondiendo con secos cabezazos, el toraco no prometía nada bueno en la muleta cuando el galo se puso directamente a torear, con verdad y asiento, en la que era una durísima apuesta que acabaría ganando de tanto como puso sobre el tapete.

Dueño de un valor auténtico y sin aspavientos, Clemente fue aguantando y sometiendo las amenazantes asperezas del animal, ganándole el terreno y la voluntad pase a pase, incluso manteniéndose impávido ante las coladas y los parones que no le arredraron.

Sin la “vistosidad” de Talavante, tardó el público en entender el mérito de la faena, ya hasta una parte final con el francés crecido y con el toro guardándose unas ganas de cogerle que sacó en un mínimo descuido, cuando, llevándolo hacia tablas, prendió a su matador y lo mantuvo colgado angustiosamente de la chaquetilla durante largos segundos.

Aun así ileso, todavía insistió Clemente en sacarle todo el partido en un alarde de honestidad que él mismo se encargó de tirar por tierra con dos feos bajonazos que le dejaron sin la que hubiera sido una oreja de auténtico peso y a la que ya no pudo aspirar ante el hondísimo y manso sexto, que no pasó de dar unas cuantas medias arrancadas.

FICHA DEL FESTEJO

El diestro Alejandro Talavante durante la corrida de la Feria de San Isidro, con reses de Victoriano del Río y Cortés, este viernes en la Plaza de Toros de Las Ventas, en Madrid. EFE/ Juanjo Martín

Seis toros de Victoriano del Rio (5º y 6º con el hierro de Toros de Cortés), casi todos cinqueños, serios y aparatosamente armados, con mucho cuajo y hondura, y de juego dispar, desde la aspereza mansa del lote de Clemente, hasta la templada clase del cuarto, el resto manejables pero sin gran celo.

Alejandro Talavante, de caña y oro: estocada baja delantera (silencio); estocada trasera desprendida (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta Grande.

Juan Ortega, de tabaco y oro: pinchazo y estocada caída delantera (silencio tras aviso); siete pinchazos y dos descabellos (silencio tras aviso).

Clemente, de tabaco y oro, que confirmaba la alternativa: bajonazo trasero y bajonazo delantero (ovación tras aviso); estocada corta y cinco descabellos (silencio tras aviso).

Clemente confirmó con el toro ‘Forajido’, nº 11, negro, de 585 kilos.

Primer festejo de abono de la feira San Isidro, con lleno de ‘no hay billetes’ (más de 23.000 espectadores), en tarde fresca y nubosa.

El diestro Clemente, que confirma alternativa, sufre una cogida en la corrida de la Feria de San Isidro, con reses de Victoriano del Río y Cortés, este viernes en la Plaza de Toros de Las Ventas, en Madrid. EFE/Juanjo Martín