Asunción, 21 sep (EFE).- El Museo de Arte Sacro de Asunción revela el mestizaje espiritual de Paraguay con una exposición permanente de 97 piezas religiosas de madera talladas en los siglos XVII y XVIII por los guaraníes, un pueblo que llegó a considerarse verdaderamente cristiano al sentirse amparado por los sacerdotes católicos durante la colonización española.
La colección, expuesta en la casona de Villa Lina, fue reunida durante seis décadas por el mecenas Nicolás Latourrette Bo, uno de los mayores coleccionistas de arte de Paraguay, explicó a EFE el director de este espacio, Luis Lataza, que ha creado y remodelado alrededor de veinte museos.
Se trata de piezas de barroco hispano-guaraní elaboradas en talleres dentro de las Misiones Jesuíticas y en las ciudades de la Colonia por jóvenes guaraníes que reinterpretaron las imágenes y pasajes bíblicos, con el propósito de motivar a la oración y apoyar la evangelización.
«El guaraní se sentía un cristiano perfecto, se sentía amparado por esa religión y trabajaba con gusto para hacer esta obra que también siempre tuvo el criterio de una ofrenda a Dios», subrayó Lataza, quien destacó que las tallas no están firmadas por un solo autor, sino que tienen un carácter colectivo y anónimo.
Obras sencillas

Los religiosos constataron que los guaraníes eran talentosos para las tallas en madera y sus obras, aunque sencillas, «paradójicamente, tenían un buen mercado», ya que se requerían imágenes religiosas para la devoción como «disparadores, de oración».
Las obras «llegaban hasta Perú, llegaban hasta la capital del Virreinato, que era Buenos Aires, por la siguiente razón: al ser sencillas, sin oro, sin plata, entonces eran más accesibles para todos», apuntó el experto.
Además, se destacaban por su creatividad. «El guaraní no copió, sino que reinterpretó», sostuvo.
Por ejemplo, el museo exhibe dos versiones del llamado «Cristo a la Columna», que revelan miradas distintas del episodio de la flagelación con azotes de Jesús, pero que coinciden en usar símbolos y colores para reflejar su jerarquía.
Una de las tallas muestra a Cristo con las manos atadas a una columna policromática porque para los guaraníes cuantos más colores tiene no es que sea más bonito, sino que «es más poderoso», apuntó.
En la otra, agregó Lataza, las heridas de Jesús aparecen distribuidas de forma simétrica en su cuerpo porque, según la visión guaraní, «si Cristo es Dios, no puede estar desordenado nunca».
Otra pieza llamativa es el «Cristo de la Paciencia», una talla pequeña que lo muestra sentado, coronado de espinas, también con heridas simétricas en el cuerpo, con el rostro apoyado en una mano y en actitud serena, supuestamente esperando la cruz.
También son llamativas las cruces pintadas de verde, color usado en el museo y en varios templos de Paraguay, lo cual, según Lataza, puede interpretarse según la creencia de este pueblo de que «la cruz está viva, tiene savia, tiene esperanza».
La idea también se corresponde con la visión de un pueblo de la selva que conoce los ciclos de la naturaleza porque «después de la muerte, siempre vuelve la vida», agregó.
Igualmente, hay esculturas originales como la «Virgen del Encuentro», tallada con los brazos abiertos para encontrar al hijo resucitado, una imagen única al no estar contemplada en la iconografía tradicional ya que no está narrada en la biblia.
Más curiosa es «La Piedad», de Miguel Ángel, en versión guaraní en la que María aparece entronizada en una silla de madera verde, recibiendo en su regazo ensanchado el cuerpo de Cristo adulto, pero empequeñecido.
«El guaraní agarró y mezcló la imagen de La Piedad, le agregó el trono y empequeñeció al Cristo muerto para que ella lo muestre como hijo de su vientre», comentó sobre esa obra, también considerada única en el mundo.
Se exhiben, de igual forma, piezas dedicadas a jerarquías angelicales, a santos jesuitas y franciscanos en esta exposición que, para Lataza, permite un acercamiento a la historia de la fe en Paraguay.
Javier Aliaga
