Asunción, 6 jul (EFE).- El ‘Museo de las Memorias’ de Asunción, que denuncia el sistema represivo del dictador paraguayo Alfredo Stroessner (1954-1989), recuerda a las miles de víctimas que sufrieron por el terrorismo de Estado y educa cada año a alrededor de 2.000 personas sobre el valor del respeto a los derechos humanos.
Así lo señaló a Efe la directora del centro, la pedagoga y periodista argentina María Stella Cáceres, viuda del abogado paraguayo Martín Almada (1937-2024), víctima de la dictadura stronista y que en 1992 encontró los ‘Archivos del Terror’, compuestos por más de 700.000 folios con información sobre la represión en Paraguay y de otras operaciones de las dictaduras de Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay y Brasil, como parte del llamado ‘Plan Cóndor’.
Cáceres aseguró que en el museo se explica las violaciones a los derechos humanos, los valores y antivalores, se destaca la solidaridad entre los prisioneros y se hacen homenajes de reparación a las víctimas.
El museo, que en diciembre cumplirá 20 años, se levantó sobre un edificio conocido antes como La Técnica, que funcionó como un centro y una escuela de torturas contra presos políticos durante la dictadura.
La Técnica, cuyo nombre completo era Dirección Nacional de Asuntos Técnicos (DNAT), fue inaugurada en 1956 en la calle Chile 1066 de Asunción, en un casona que funcionaba como un restaurante familiar de almuerzos para jueces de la Corte Suprema, pero que se transformó en un lugar de horror donde agentes torturaban a los detenidos.
En la fachada del museo, que está frente a la Policía Nacional, un cartel recuerda que la DNAT funcionó de 1956 a 1992 y en su interior fueron «recluidas y torturadas centenares de personas en su lucha por la libertad y contra la dictadura».
«Este fue un centro importantísimo. Eran pocos los oficiales. Estaba un grupo de élite preparado por el coronel Robert K. Thierry, abogado norteamericano de origen francés que había estado en Camboya, en Corea», relató Cáceres sobre el militar que tenía una oficina en la «Técnica» para asesorar a los policías en lucha anticomunista y vivió dos años en Paraguay, según los documentos del Museo.
«Él trae la picana (eléctrica) y todas las técnicas de las uñas, el suero de la verdad, el aislamiento, las colgaduras. Todas las técnicas (de tortura) nuevas en el 56», agregó esta defensora de derechos humanos, sobre quien es considerado el creador de La Técnica.
De Thierry no existen fotografías y en el museo hay un espacio para su retrato, que está en blanco, solo con su nombre, en medio de imágenes de otros agentes del aparato represivo paraguayo, como Pastor Milciades Coronel y el coronel Ramón Duarte Vera.
Almada fue torturado en prisión entre el 26 de noviembre de 1974 y septiembre de 1977, pero también fue sometido a interrogatorios con torturas en La Técnica.
Los objetos de tortura

En la entrada al museo está una camioneta roja antigua que era uno de los vehículos policiales usados por la dictadura para las torturas y que han pasado a la historia como «caperucitas rojas».
Escuchar la sirena de estos vehículos «infundía terror», sostiene Cáceres.
El Museo tienes varias salas, una de ellas con objetos de tortura como cachiporras, látigos y bolas de clavos usados para golpear a los detenidos y grilletes para inmovilizarlos.
También está la escultura del ‘Árbol de la memoria’, del artista Hugo Pistilli, existen fotografías de Stroessner, la historia de vida de Almada, fotografías y una instalación artística sobre los «Archivos del Terror», una lista larga de las víctimas, los nombres y las fotos de varios represores y mapas de campos de concentración.
En la muestra, están las fotografías del descubrimiento de los archivos, el 22 de diciembre de 1992, en el Departamento de Producciones de la Policía paraguaya, dependencia ubicada en la ciudad de Lambaré, vecina de Asunción.
También los calabozos que fueron restaurados con las rejas originales que Almada rescató de otro lugar, pues esas oficinas de La Técnica habían sido desmontadas después de cerrarse, en 1992.
Cáceres cuenta que el Ministerio del Interior de la época tomó la decisión de ocupar el lugar y convertirlo en una dirección de Derechos Humanos después de que las víctimas se movilizaran para denunciar que fueron torturadas.
«Sobre las celdas construyen un primer piso con una idea equivocada, de dar vuelta a la página», sostuvo Cáceres, al recordar que se montaron oficinas, pero «la gente no pudo trabajar allí» debido a todo lo que se sabía del lugar.
En Paraguay, la dictadura dejó 20.090 víctimas totales directas de violaciones de derechos humanos, 336 desaparecidos, 18.772 torturados, 59 ejecutados extrajudicialmente y 3.470 personas exiliadas, según estableció la Comisión de la Verdad, en 2008.
Javier Aliaga
