Almudena Álvarez
Palencia, 2 sep (EFE).- Más de 6.000 vasos y 500 litros de agua bendita han devuelto este martes a la ciudad de Palencia uno de sus gestos más queridos: bajar a la cripta visigótica de San Antolín para beber el agua del patrón, un rito que cada 2 de septiembre une devoción, identidad y celebración en el día grande de la capital.
El día ha amanecido con un pulso festivo: autoridades, cofrades, peñistas y vecinos han caminado desde el Ayuntamiento hasta la catedral de San Antolín, donde el obispo, Mikel Garciandía Goñi, les ha recibido y bendecido la imagen de santo.
Reliquias

Como ya se hizo en 2024 y después de muchas décadas, la imagen-relicario de plata, fechada en 1761, obra del platero de Salamanca Luis García de Coca, ha vuelto a salir en procesión por el exterior del templo portada por peñistas.
Es el homenaje anual hacia la figura de Antolín de Pamiers, mártir francés (antigua Galia) que vivió a caballo entre los siglos V y VI y que en España predicó por tierras de la vieja Castilla, de ahí que también sea el patrón de Medina del Campo (Valladolid).
El presidente de las Cortes de Castilla y León, Carlos Pollán; el consejero de Economía y portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo, y el subdelegado del Gobierno, Eduardo Santiago, han acompañado a la alcaldesa, Miriam Andrés, y a la presidenta de la Diputación, Ángeles Armisén, en la ceremonia cívico-religiosa.
En su homilía, Garciandía ha recordado que San Antolín “fue servidor de la comunidad cristiana, que su ministerio le llevó a la coherencia hasta el final”, y ha exhortado a los fieles a no acomodarse.
El obispo ha pedido a los jóvenes que ayuden a que «el corazón y el alma no se marchiten” y ha llamado a superar “tantas barreras, bloqueos e incomprensiones, tantos bandos y tanta cerrazón” en la Iglesia y en la sociedad.
Cripta visigoda

Al término de la misa, se han besado las reliquias del santo antes de dar paso al momento más esperado por los palentinos, que impacientes veían cómo se abría la reja de la cripta para beber el agua bendecida, primero las autoridades y después cientos de vecinos que han renovado la tradición con paciencia y orgullo.
Con el himno de Palencia interpretado en la Plaza Mayor, tras el regreso de las autoridades desde la catedral, la ciudad ha celebrado su día grande, en el que la historia, la devoción y la convivencia se han dado la mano en torno al agua sagrada que cada septiembre renueva el vínculo entre Palencia y su patrón.