Barcelona, 2 oct (EFE).- Más de un centenar de cuentos integran la edición más completa publicada en castellano con los relatos de Ray Bradbury, que incluyen sus piezas más representativas, los clásicos de ‘Crónicas marcianas’ o ‘El hombre ilustrado’ o versiones nunca antes traducidas de algunos títulos.
Publicada por Páginas de Espuma, esta edición ha sido elaborada por Paul Viejo y traducida por Ce Santiago, e incluye un prólogo de la escritora y periodista Laura Fernández.
Organizado cronológicamente, el volumen permite seguir la evolución estilística y temática de un creador inimitable que escribió sobre Marte como si hablara de la Tierra, sobre el futuro para explorar la memoria, los veranos interminables de la infancia y casas que piensan, el miedo sin recurrir al sobresalto y también sobre máquinas que aman y sueñan.
Según ha explicado el editor de Páginas de Espuma, Juan Casamayor, la literatura de Ray Bradbury, lírica, hipnótica, pero, sobre todo, inconfundible, a medio camino entre la fábula, lo fantástico, la alegoría, el suspense y la melancolía, desafía los géneros y atraviesa generaciones de lectores».
En la presentación en Barcelona, el escritor Rodrigo Fresán, que conoció personalmente a Bradbury, ha recordado que el propio escritor norteamericano decía: «Todos mis libros son infantiles, pero no en el sentido estricto, sino porque los niños son protagonistas en muchos de ellos».
Bradbury y su negativa al LSD
Fresán ha recordado otra anécdota relacionada con el autor de ‘Crónicas marcianas’: «En cierta ocasión, y en pleno auge hippie de California, un escritor le dijo que tendría que probar el LSD porque así se le ocurrirían miles de historias, a lo que Bradbury respondió negativamente. «Lo que necesito es que se me ocurra una sola historia en una sola vez, porque por naturaleza se me ocurren ya muchas historias», replicó.
Algunos escritores anglosajones que leían español, ha asegurado Fresán, decían que Bradbury era mejor en traducciones a este idioma, porque «de ese modo desaparecía la sensiblería que se le atribuía a su prosa, tipo ‘El Principito’ o ‘Juan Salvador Gaviota'».
Casamayor no ha ocultado su satisfacción por haber cerrado esta edición, tras cerrar negociaciones con la agencia española, la de Estados Unidos y los herederos de Bradbury: «Si hasta ahora, en nuestro catálogo teníamos una catedral, con los cuentos completos de Anton Chéjov, ahora tenemos una ciudad con dos grandes iglesias con estos cuentos de Bradbury».
El editor de este volumen de 1.400 páginas, Paul Viejo, ha comentado que la intención era «ofrecer otra manera de leer a Bradbury, más allá de las antologías que él mismo promovió, siempre con los mismos cuentos».
Esta edición, agrega su editor, se plantea «como si fuera un niño que lo fuera siguiendo y descubriendo, cuento a cuento o de convención a convención, desde que comenzó a publicar hasta los últimos relatos».
En la selección, Viejo tuvo en cuenta que no predominará una sola temática, que estuvieran los cuentos canónicos, pero «también relatos poco leídos, si bien sin caer en la obsesión por los inéditos en castellano», de los que, calcula que habrá una veintena.
La escritora y periodista Laura Fernández, autora del prólogo, cree que «este libro era necesario para resituar a Bradbury, y para ayudar a los lectores que no saben qué leer del autor después de ‘Crónicas marcianas'».
Fernández piensa que «como en todo escritor, cada cuento es un pedacito de su propia vida» y recuerda que el propio Bradbury decía: «Soy una rareza de escritor, un hombre con un niño dentro que lo recuerda todo».