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Una ‘brecha de luz’ solar en homenaje a víctimas del 11S atraviesa el Oculus de Nueva York

Personas observan el interior del Oculus en el World Trade Center este jueves, en Nueva York (EEUU). EFE/ Nora Quintanilla

Nueva York, 11 sep (EFE).- Una brecha de luz solar atravesó este jueves el vestíbulo de la estación Oculus de Nueva York, ubicada en el World Trade Center y diseñada por el español Santiago Calatrava para que haga cada 11 de septiembre un homenaje efímero a las víctimas del atentado de 2001.

Personas caminan al interior del Oculus en el World Trade Center este jueves, en Nueva York (EEUU). EFE/ Nora Quintanilla

El lucernario alargado que corona el famoso edificio de Calatrava, inaugurado en 2016, hace una proyección de luz natural sobre los suelos de mármol blanco conocida como ‘Wedge of light’ (Brecha de luz) cada 11 de septiembre a las 10.28 hora local, momento en que se derrumbó la segunda torre, una réplica de lo que en la antigüedad sucedía en los templos egipcios o en algunas iglesias.

Personas observan el interior del Oculus en el World Trade Center este jueves, en Nueva York (EEUU). EFE/ Nora Quintanilla

Poco antes de esa hora exacta, una silenciosa multitud ya estaba apostada en el balcón situado en un extremo del diáfano edificio, el único de los dos abierto hoy al público, esperando pacientemente a que el sol se filtrara por los cristales con el ángulo perfecto para formar esas dos largas líneas en el suelo.

Un grupo de turistas latinoamericanos que se habían prometido cederse los lugares para poder fotografiar el tributo comentaban sus recuerdos del día del atentado, grabado en la memoria de los estadounidenses pero también del resto del mundo, que lo siguió por la televisión o la radio.

Una argentina llamada Claudia que estaba de visita con su familia señaló que habían acudido a ver el ambiente de la zona, donde cada año se realiza un acto institucional en el que se leen los nombres de las casi 3.000 víctimas, y no habían querido perderse el tributo de luz en el Oculus.

Mientras, una turista alemana, pertrechada con una cámara profesional y situada justo a mitad del balcón, lamentaba que los gestores del edificio no hubieran abierto las ventanas del tragaluz, como estaba planeado, un fallo que ha ocurrido en otras ocasiones.

El tragaluz, que mide unos 100 metros de longitud y está compuesto de más de 200 piezas de cristal, ha dado problemas en el pasado debido al deterioro de una goma aislante, sumando gastos al monumental complejo de infraestructuras del World Trade Center, que tuvo un costo final de unos 3.900 millones de dólares.

Muchos transeúntes, al pasar por el vestíbulo ovalado, se detuvieron a contemplar la inusual vista, pues la brecha de luz estaba acotada por dos grandes banderas estadounidenses que colgaban de los balcones, y la mayoría reaccionaron con el mismo gesto: sacar el teléfono para inmortalizarla.

La luz empezó a entrar en el interior del edificio, de manera difusa, a las 8.46 horas, la hora del impacto del primer avión contra la primera torre, gracias a un diseño que recuerda a otros monumentos que siguen los movimientos del sol, si bien estos son históricos, como Abu Simbel (Egipto) o el Panteón (Italia).

Aunque este homenaje no volverá a repetirse hasta el año que viene, si el clima lo permite, Nueva York hace otro tributo lumínico desde 2002, proyectando hacia el cielo dos potentes haces de luz artificial azul que pueden verse en unos 100 kilómetros a la redonda, y enciende también en color azul el rascacielos del Empire State.

Nora Quintanilla