Ciudad de Panamá, 23 jul (EFE).- Desnutridos, desorientados y con el comportamiento alterado llegan decenas de animales salvajes rescatados del tráfico ilegal a la clínica veterinaria del Ministerio de Ambiente de Panamá, donde un equipo de especialistas los cuida con dedicación para devolverlos algún día a su verdadero hogar: la selva.
«La Clínica Veterinaria está encargada de la atención oportuna, con un equipo de médicos y biólogos, de la fauna silvestre nacional, no exóticos ni mascotas, para que se puedan garantizar sus servicios ecosistémicos y reinsertarse nuevamente a su medio para cumplir su función biológica», dice a EFE la directora médica de la clínica, Lissette Trejos.
Ubicada dentro del frondoso Parque Nacional Camino de Cruces, la clínica pública ha llegado a atender a más de 750 animales traficados, heridos, enfermos o con un comportamiento domesticado por haber sido mascotas desde temprana edad, lo que dificulta la supervivencia en su hábitat natural.
En su interior, los aullidos de los monos se mezclan con el canto de los loros mientras que los felinos lucen sus afilados dientes. Todos están «hospitalizados», algunos ya pasaron por la sala de cirugía y otros ingieren medicamentos sobre una camilla plateada.
Tráfico y apropiación indebida de animales

Otros, sin embargo, esperan a que su «situación legal» -por ser traficados- se resuelva ya que es un proceso complejo. Las aves son los animales más usados para traficar mientras que los felinos y primates suelen ser «mascotas», según los expertos de la clínica.
«También se reciben animales por tráfico ilegal y la parte ilícita, donde se tiene fauna silvestre sin ningún tipo de documentación. Se hace mucho hincapié de que hay animales que no están permitidos tenerlos en custodia, como los primates y grandes felinos», resalta la directora.
Pero, como recuerda Trejos, aves como los loros y pericos se han tenido «por muchos años de generaciones en generaciones como parte de las mascotas de la casa».
En 2024 se registraron 55 casos de delitos contra la vida silvestre en Panamá, de los que 36 eran por «extraer recursos o especies de la vida silvestre, acuática o terrestre protegidas o en peligro de extinción» y 18 por tráfico de especies, según datos de la Fiscalía.
Mientras que en lo que va de este año ya se han registrado 32 por atentar contra la vida silvestre, de los cuales 27 son por extracción y cinco por contrabando de esa fauna, con base en datos oficiales actualizados hasta el pasado 30 de junio.
Enseñar a «cazar» a un felino

Ese es el caso de la ocelote (un tipo de felino salvaje), que se comporta como un «gato». Se recuesta dentro de su jaula y saca la pata para jugar en vez de tener una postura defensiva, como marcaría su instinto, pero fue una «mascota» desde que nació y al llegar a la clínica hace semanas portaba un chaleco tejido.
«Cuando vienen procedentes por decomiso, mascotismo o tráfico ilegal, esta fauna tiene algún tipo de problema en la parte de la etología. El comportamiento es lo que más se ve afectado», explica a EFE el biólogo de la clínica, Jhomar Návalo.
Los veterinarios son ahora su «mamá» para enseñarle a cazar antes de ser reinsertado a su hábitat porque actualmente no tiene altas posibilidades de sobrevivir. Frente a ese tierno comportamiento, hay un jaguarundi (otro tipo de felino) negro más dispuesto a intimidar, retraído en una esquina de la jaula y que deja ver sus afilados colmillos.
«Hay muchos animales que ya tienen comportamiento innato, pero hay otros que no. Hay otros que al tener cuidado parental, por ejemplo con los felinos, la madre les enseña a cazar, cómo comer una presa (…) entonces cuando estos animales no adquieren eso de la madre, nosotros lo tenemos que replicar», señala Návalo.
Volver a «casa»
Desde que la clínica abrió sus puertas en febrero de este año, los expertos reciben a los animales, asignan un número de trazabilidad, hacen una evaluación preliminar, un diagnóstico e inician la rehabilitación para ser devueltos a su medio.
Para la ocelote domesticada el proceso puede ser largo porque se debe «disminuir el trato humano», a excepción de recibir el tratamiento médico, según detalla a EFE la veterinaria Maricarmen Franco. «Más que todo alejarnos, poco a poco ir adaptando y cambiándolo del medio», sostiene.
Sin embargo, los expertos también están usando la investigación para facilitar la reinserción de los animales, especialmente con los primates, para identificar con exactitud su área de origen.
«Estamos tratando de llevar una línea base sanguínea para poder identificar de qué área viene específicamente cada primate y tener éxito a la hora de reintroducirlo, porque lo que se busca es llevarlo al sitio de donde es su distribución natural», dice el biólogo Návalo.
Ana de León