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Una denuncia de desaparición, la chispa que permitió resolver el crimen de la autocaravana en Castellón

Imagen de la autocaravana aparcada en una zona de playa en el término municipal de Alcossebre (Castellón) en cuyo interior se encontró el cuerpo sin vida de una mujer de origen francés con signos de apuñalamiento. EFE/Andreu Esteban

Laura Camacho

Madrid, 8 sep (EFE).- El asesino de Sonia Dzouz, la turista francesa de 63 años brutalmente acuchillada en julio de 2024 en su autocaravana en Alcossebre (Castellón), detenido el pasado 21 de agosto en Francia, ya se encuentra encarcelado en España. Tras meses de pesquisas, fue la denuncia de la desaparición del presunto agresor la chispa que permitió resolver el crimen a la UCO de la Guardia Civil.

Fuentes de la investigación seguida por agentes especializados en asesinatos, secuestros y extorsiones de la UCO detallan a EFE los pasos que siguieron desde que el 18 de julio de 2024 Dzouz fuera hallada muerta, con hasta 40 puñaladas y un fuerte golpe en la cabeza, en el interior de su caravana, estacionada en la localidad castellonense de Alcalá de Xivert, cerca de Alcossebre.

Con la única compañía de sus dos perros -sus ladridos dieron la alarma a los viandantes-, Sonia Dzouz llevaba dos días en la zona pero había llegado a España desde Francia algunos días antes con su autocaravana, que había estacionado también en las provincias de Huesca y Tarragona.

Los agentes estudiaron a conciencia su entorno sin encontrar nada extraño. Ni el ADN hallado en el vehículo ni las cámaras de seguridad cercanas al aparcamiento de la víctima fueron relevantes hasta meses después, lo que permitió encajar todas las sospechas sobre Christian Moliner, también francés y de 48 años.

Pero antes de volver a las grabaciones, a los agentes les vino una pista determinante que impulsó la investigación. Meses después del crimen, un hermano de Moliner denunció que no sabía nada de Christian desde el 18 de julio, justo el día en que Dzouz apareció muerta.

Las fuentes consultadas explican a EFE que Moliner, sin antecedentes penales, vivía a temporadas en Torreblanca, a unos 12 kilómetros donde encontraron a Dzouz muerta, y una localidad francesa próxima a Lille, no levantó sospechas. Además, no tenía ninguna vinculación con la víctima.

Esa denuncia, sin embargo, puso el foco en él. La Policía francesa le localizó en Perpiñán. Él aseguró que estaba bien y que no quería saber nada de sus familiares; los agentes españoles de la UCO supieron después que su sospechoso había estado en el lugar del crimen hasta en dos ocasiones con un coche que aparecía en las grabaciones pero que no era suyo.

Una vez cotejado su ADN, la UCO solicitó una orden europa de detención que se ejecutó el pasado 21 de agosto. El asesino llevaba una vida normal y trabajaba como repartidor de una empresa alimentaria.

El pasado viernes fue entregado a las autoridades españolas y compareció por videoconferencia. La jueza de Castellón que se encarga del caso decretó su ingreso provisional en prisión comunicada y sin fianza, por lo que ingresó en la cárcel, concretamente en una catalana, apuntan las fuentes consultadas.

En sus interrogatorios con la policía francesa, la Guardia Civil y la jueza, el arrestado se acogió a su derecho a no declarar.

Los investigadores siguen tratando de responder a la pregunta de por qué Moliner mató con ese ensañamiento a Dzouz. En la caravana no hallaron signos de que pudiera haber sufrido un robo ni la autopsia determinó agresión sexual.