Barcelona, 1 jul (EFE).- Una cucharilla de plástico para la dosificación de leche en polvo, portadas coloristas de discos de música local o una futurista sala de operaciones denominada Cybersyn son proyectos destacados del ámbito del diseño que se impulsaron en apenas tres años bajo la presidencia de Salvador Allende en Chile para «construir una sociedad más justa».
Un total de 250 piezas de diseño industrial y gráfico se exponen hasta el próximo 16 de noviembre en el Disseny Hub Barcelona (DHub) en la muestra, ‘Cómo diseñar una revolución: la vía chilena al diseño’, comisariada por Hugo Palmarola, Eden Medina y Pedro Ignacio Alonso.
La idea es mostrar cómo el diseño fue un «actor fundamental» de la denominada «vía chilena al socialismo», un legado que la dictadura de Augusto Pinochet destruyó después del golpe de estado.
Eden Medina ha señalado en rueda de prensa que con la muestra, que ya se pudo ver en el Centro Cultural La Moneda de Santiago de Chile, cuentan la historia del diseño gráfico e industrial de este país entre 1970 y 1973.
Un momento «único» en el que el país latinoamericano fue «pionero» e «intentó hacer otra vía política, una transición hacia el socialismo sin violencia, respetando las instituciones democráticas y los derechos civiles, así como la libertad de prensa y de expresión, en plena Guerra Fría».
A partir de siete ámbitos distintos, la muestra destaca cómo el diseño fue «una herramienta para ayudar en los cambios de las políticas sociales y económicas» de hace más de cincuenta años y resalta que este tipo de políticas sólo «son posibles en democracia».
Hugo Palmarola ha precisado que el público podrá conocer todo tipo de diseños, porque las propuestas eran «diversas, creativas, no eran de un solo estilo, una sola identidad, lo que es importante porque ello solo se da en contextos democráticos».
Reconstrucción de la sala de operaciones de Cybersyn

En medio del espacio destaca la reconstrucción de la sala de operaciones de Cybersyn, un anaranjado prototipo que Salvador Allende quería llevar al Palacio de la Moneda, un proyecto destinado a la comunicación en red y en tiempo real para una «administración participativa», un «hito histórico clave en la historia de la cibernética».
Los comisarios han comentado que este proyecto anticipaba debates que hoy son centrales como la «interacción con la tecnología», la «gestión de datos» y la «democracia».
Está previsto que viaje hasta Barcelona quien fuera el director de operaciones del Cybersyn y que dialogue con varias personas que en tiempos de Pasqual Maragall como presidente de la Generalitat trabajaron en un proyecto parecido, en una suerte de espacio de planificación de políticas de la Generalitat.
Piezas originales y reconstrucciones

En la exposición se incluyen algunas piezas originales como una pequeña cuchara de plástico para dosificar la leche en polvo, un sencillo objeto para contribuir a reducir la desnutrición y la mortalidad infantil en Chile, que a principios de los años setenta era de las más altas de la región.
Esta cuchara formaba parte de una de las más destacadas políticas de Allende, el programa nacional de alimentación, ante la desnutrición y la mortalidad infantil que había.
Además hay reproducciones en madera -muy parecidas a las que hoy se pueden adquirir en grandes tiendas de diseño- de pequeñas cunas, sillas o juguetes de madera destinados a las guarderías públicas de la época, los conocidos como jardines infantiles.
Tampoco pasan desapercibidos los carteles que se exponen sobre el pueblo chileno en los que tanto se informa de la organización de jornadas antifascistas como hay proclamas en favor de la clase trabajadora o por una sociedad más justa.
En otro de los ámbitos, se incide en cómo se puso de relieve la Nueva Canción Chilena, con figuras como Víctor Jara, Violeta Parra o Inti Illimani, impulsándose su difusión, creándose incluso una discográfica pública, sin obviar la fabricación de «tocadiscos populares» y portadas de discos muy «coloristas».
Uno de los objetivos de las políticas de Salvador Allende era «democratizar» el acceso a la cultura, con la editorial estatal Quimantú encargada de distribuir 11 millones de ejemplares para «reducir el analfabetismo y fomentar el pensamiento crítico».
Los comisarios no han dejado pasar, asimismo, que a diferencia de en la actualidad, cuando todo el mundo conoce la expresión «obsolescencia programada», en el Chile de aquel momento se buscaban diseños de larga durabilidad.