Barcelona, 15 may (EFE).- El Palau Robert de Barcelona expone desde este jueves una colección de arpilleras chilenas, tapices de colores tejidos por mujeres víctimas de la dictadura de Pinochet y que narran la represión y las torturas que vivieron muchas familias del país andino entre 1973 y 1990.

En un acto en este palacio, varios representantes institucionales de la Generalitat, del Gobierno y de la Embajada de Chile en España -entre ellos el conseller de Justicia, Ramon Espadaler, y el secretario de Estado de Memoria, Fernando Martínez,- han inaugurado este jueves una exposición que repasa, a través de arpilleras, cómo fue la dictadura de Pinochet en Chile, desde 1973 a 1990.
Estas arpilleras son tapices de lana o de tela gruesa llenas de colores y de detalles creadas con retales de ropa en las que las mujeres, muchas de ellas represaliadas, narraban historias, con un toque infantil, sobre las situaciones de represión y torturas que se vivían durante la dictadura de Pinochet y que los medios, la mayoría afines al régimen, no contaban.
Muchos de los tapices, que tenían un carácter comunitario y relataban vivencias de la época, los tejían las mujeres una vez ya estaban detenidas y encarceladas, ya sea en prisiones o en distintos centros de represión y tortura.
Esta colección de arpilleras pertenece al Museo de la Memoria y Derechos Humanos de Chile, y el Palau Robert acogerá esta exposición hasta el 31 de agosto con motivo del 50 aniversario del fin de la dictadura franquista en España.
La directora del museo que ofrece esta colección y una de las comisarias de la exposición, María Fernanda García Iribarren, ha asegurado, en declaraciones a EFE, que estas arpilleras son “locales”, pero a la vez hablan de temas “universales”, especialmente de “los horrores cuando se pierde una democracia”, ha añadido.
En este sentido ha explicado que, a medida que pasaban los años, estas mujeres que creaban las arpilleras “iban creciendo en este arte popular pese a que no eran ni mucho menos artistas”, algo que es “hermoso de ver con perspectiva”.
En el acto de presentación de la exposición han participado varias mujeres represaliadas por el régimen de Pinochet que actualmente dirigen centros de memoria histórica en Chile.
Una de ellas es la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Chile, Gaby Rivera Sánchez, que nunca volvió a saber nada de su padre, un dirigente sindical y militante del Partido Comunista, después de que la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) lo detuviera.
Para Gaby, lo más impactante es “lo valientes que fueron todas esas mujeres que empezaron a contar esas historias con dibujos sobre cómo iban desapareciendo las personas, la represión en las calles, cómo el pueblo se organizaba…” recuerda.
Las arpilleras representaban “una forma de contar sus historias”, dice Gaby, que detalla que incluso usaban los restos de ropa de su padre desaparecido para tejer estos tapices.
Ella no tiene problema en admitir que no descansará hasta encontrar a quienes cometieron estos crímenes: “He entregado casi mi vida entera a resolver la desaparición forzada de mi padre (este año se cumplen 50 años desde que lo detuvieron) y mi familia y yo no sabemos dónde está, y con mucho dolor seguiremos buscando”, sentencia.
Por otro lado, la presidenta del espacio de memoria Irán 3037, Alejandra Holzapfel Picarte, fue superviviente de ese centro de tortura, violencia sexual y exterminio -también conocido como la Venda Sexy- y, pese a que reconoce haber pasado “atrocidades” después de ser encarcelada por primera vez con 19 años, considera que “puedes ser feliz si eres una persona digna, no como nuestros torturadores”.
Alejandra cree que en Chile “todavía falta mucho para conseguir cambiar el horror por el amor” porque aún se vive con cierto negacionismo para no enfrentar la realidad”, recalca.