Praga/Viena, 30 sep (EFE).- El probable triunfo del magnate populista Andrej Babis en las elecciones legislativas de este viernes y sábado en Chequia puede acabar fortaleciendo el bloque eurocrítico -formado por Hungría y Eslovaquia- que cuestiona el apoyo incondicional a Ucrania, la política migratoria de la UE o la protección del medioambiente.
Con en torno al 30 % de los votos y cerca de 70 de los 200 escaños en el Parlamento, que le auguran las encuestas a ANO, su partido, el político de 71 años pondría volver junto con otras formaciones populistas y xenófobas al cargo de primer ministro, que ya ocupó entre 2017 y 2021.
Aunque su campaña se centró en criticar al actual Gobierno conservador, liderado por el académico Petr Fiala, por la pérdida de poder adquisitivo de parte de la población, también mantuvo un discurso soberanista, similar a los de Hungría y Eslovaquia, ante lo que califica de «dictados de Bruselas».
Si Babis es primer ministro, es posible que se recomponga en parte el llamado Grupo de Visegrado (V4), creado en 1991 para coordinar el proceso de entrada en la Unión Europea (UE) de Polonia, Chequia, Eslovaquia y Hungría, países que estuvieron bajo control soviético hasta 1989.
Su unidad se fracturó con la invasión rusa de Ucrania en 2022 cuando los tres primeros (aunque Eslovaquia cambió luego de rumbo) se pusieron del lado del país agredido.
Críticos con Ucrania
Hungría y Eslovaquia son partidarios de negociar con Moscú la paz, incluso a costa de la integridad territorial de Ucrania, y sus respectivos primeros ministros, el ultranacionalista Viktor Orbán y el populista Robert Fico, muestran sus simpatías por Rusia y por su líder, Vladímir Putin.
Fico detuvo la generosa ayuda militar que su país daba a Ucrania cuando llegó al poder hace dos años, y Hungría es de los pocos países de la UE o de la OTAN que nunca ha ayudado militarmente a Kiev.
En caso de volver al poder, Babis asegura que detendrá la iniciativa del actual Gobierno checo de comprar municiones en el mercado internacional para ayudar a las defensas de Ucrania.
El magnate, una de las personas más ricas del país con una fortuna milmillonaria, critica que el Ejecutivo de Fiala haya gastado mucho dinero público para ayudar al gran número de refugiados ucranianos en el país, en vez de ocuparse de los problemas de los checos.
Recelos hacia Rusia

En cualquier caso, Babis no puede describirse como prorruso o antieuropeo, como sí lo son algunos de sus potenciales socios de coalición, tanto de ultraderecha como de ultraizquierda.
Por ejemplo, ha mostrado su solidaridad con Polonia tras la reciente violación de su espacio aéreo por drones rusos.
Además, las simpatías en general hacia Rusia en Chequia son menores que en Eslovaquia o Hungría, ya que en la memoria colectiva checa está aún presente el aplastamiento en 1968 por las tropas soviéticas de la ‘Primavera de Praga’, el levantamiento contra la dictadura comunista.
Babis admira sobre todo en Orbán y al presidente de EEUU, Donald Trump, la idea del ‘hombre fuerte’ que gobierna un país en solitario, tal y como él controla sus empresas, que incluyen el consorcio agroindustrial Agrofert y varios importantes medios de comunicación.
Pero no está tan claro que con Babis en el poder Chequia sufra una deriva ‘iliberal’ como la de Hungría o Eslovaquia.
Principalmente, porque incluso si ANO y sus aliados suman una mayoría en el Congreso, una reforma constitucional o sacar al país de la UE o de la OTAN requeriría una mayoría cualificada también en el Senado, donde no disponen de una mayoría.
Lo mismo se aplica al control del Tribunal Constitucional o de los servicios secretos, aseguró Katerina Safaríková, una periodista y analista checa experta en política exterior, en un encuentro con el club de prensa austríaco Concordia en Viena.
Un presidente europeísta

Además, el actual jefe del Estado es Petr Pavel, un exmilitar que se impuso a Babis en las presidenciales de 2023, y que tiene una dura postura contra los intentos de influencia de Rusia o China, y es claramente europeísta y atlantista.
Pese a que sus poderes ejecutivos son limitados, Pavel ha anunciado que no aceptará ministros que rechacen la pertenencia del país a la UE o la OTAN.
Donde Babis sí podría interferir es en la independencia de los medios públicos, tal y como ocurrió en Eslovaquia, donde Fico desmanteló el ente de radio y televisión pública para ponerlo bajo control directo del Gobierno.
Además, explica Safaríková, Babis es ante todo un hombre de negocios, poco ideologizado y tan transversal como para «ser liberal por la mañana y conservador por la tarde», si eso le supone un beneficio.
Así, opina, Babis no actuará solo ante la UE si Fico, cuyo Gobierno es muy inestable, u Orbán, que enfrenta elecciones el año que viene, pierden el poder.
Eso sí, los tres sí podrían hacer un frente común a las políticas migratorias de la Comisión Europea o de reducción de las emisiones que provocan el cambio climático.
Gustavo Monge y Antonio Sánchez Solís
EFE/ Martin Divisek EFE/ Martin Divisek