Nueva York, 27 abr (EFE).- Las universidades estadounidenses han estado en el foco del presidente Donald Trump en los primeros cien días de su mandato, con sus ataques centrados especialmente en dos miembros destacados de la Ivy League, Harvard y Columbia, que han reaccionado de manera muy distinta a las exigencias del mandatario.
Columbia, en el punto de mira
La Universidad de Columbia en Nueva York lleva en el punto de mira del presidente prácticamente desde que asumió el poder y fue la primera en ser atacada por la nueva administración como parte de su esfuerzo por erradicar lo que llama antisemitismo en los campus.
Usando como pretexto las protestas propalestinas por la guerra en Gaza, que dieron lugar a que centenares de estudiantes establecieran campamentos en el campus el año pasado (bajo la presidencia de Joe Biden), la administración Trump le retiró 400 millones de dólares en subvenciones y contratos.
Para que la universidad pudiera recuperar dicha financiación, el Gobierno mandó una carta con una serie de exigencias a cumplir y aceptar por parte de la institución antes de la fecha tope, entre ellas la contratación de agentes de seguridad en el campus, la prohibición de las mascarillas o la supervisión externa de sus programas de estudios palestinos.
En un primer momento, la universidad accedió, pero las negociaciones para recuperar esos fondos continúan y la nueva presidenta -la tercera en menos de dos años- aseguró que no firmará ningún acuerdo con el Gobierno que les obligue a renunciar a su “independencia y autonomía como institución educativa”.
Harvard, líder de la resistencia
La Universidad de Harvard, la más prestigiosa en EE.UU., ha sido la única que se ha negado tajantemente a aceptar las exigencias del Gobierno de Trump -similares a las de Columbia-, a pesar de que esta congeló 2.200 millones de dólares a la entidad y amenazó con eliminar la exención de impuestos de la que goza.
No solo se negó, sino que presentó una demanda contra el Gobierno para recuperar su financiación.
La universidad ha sido calificada recientemente por Trump como una “amenaza para la democracia”, una institución de “extrema izquierda” y “antisemita”, con unos estudiantes internacionales que quieren “destrozar nuestro país”.
Libertad académica y atracción de talento en riesgo
Las universidades en EE.UU. han sido una gran atracción para más de un millón de estudiantes internacionales en el curso 2023-24, procedentes de todas partes del mundo por su prestigio y educación de gran calidad, según la Oficina de Asuntos Educativos y Culturales del Departamento de Estado.
Sin embargo, la cancelación de miles de visados de estudiantes extranjeros en las últimas semanas supone que estos se puedan replantear sus opciones antes de acudir a un centro estadounidense, en un momento en el que su libertad académica y de expresión están en riesgo.
Un día después de la retirada de fondos de Columbia y dentro del contexto de ‘lucha contra el antisemitismo’, el activista propalestino Mahmoud Khalil, antiguo estudiante de la institución neoyorquina, fue detenido en su residencia (propiedad de la universidad) sin una orden de arresto por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) por su papel como mediador en las protestas del centro.
Su arresto ha llevado a multitudinarias manifestaciones en la Gran Manzana en la que los asistentes califican a Khalil como un “preso político”.
A pesar de que el graduado solicitó protección de la universidad, esta no intervino, y tampoco lo hizo cuando otro alumno, Mohsen Mahdawi -que también participó en las protestas y pidió su ayuda- fue arrestado cuando acudía a una cita rutinaria para obtener la ciudadanía.
Harvard y Columbia no han sido las únicas que han sido amenazadas, puesto que otras como Princeton, Brown o Cornell también están entre las afectadas.
Los presidentes de estas instituciones se unieron a otros centenares para firmar una carta de la Asociación Americana de Colegios y Universidades donde se criticaba una “injerencia política sin precedentes que ponen en peligro la educación superior”.
Andrea Gallego Rodríguez