Viladecans (Barcelona), 1 ago (EFE).- Un 25,2 % de los incendios forestales que sufrió Cataluña entre 2013 y 2023 fueron intencionados, la segunda causa de más peso entre los fuegos que tuvieron origen en la acción humana, ya que la primera son las negligencias.
Así lo ha revelado este viernes el subinspector jefe del área de Grupos de Apoyo del Cuerpo de Agentes Rurales y especialista en investigación de incendios, Quico Rivera, ante los medios en un bosque de Viladecans (Barcelona) que, el pasado 21 de julio, sufrió un fuego aún en investigación judicial.
Este forma parte de los 499 incendios en los que Bombers de la Generalitat ha actuado durante el mes de julio en Cataluña, entre los que destacan el que afectó la comarca leridana de La Segarra y el de la población de Paüls (Tarragona).
Los fuegos que entre 2013 y 2023 tuvieron su origen en la acción humana representaron alrededor del 90 % de los casos: un 36,1 % fueron fruto de una negligencia; un 13 %, por accidentes; un 15 %, por otras causas, y un 25,2 %, intencionados.
«Algún año, puede haber episodios concretos en que puede subir la intencionalidad, pero al final, en el transcurso de los años, las estadísticas se mantienen bastante», apostilla Rivera.

Negligencias fruto de «hechos habituales»

Entre las negligencias, la causa más frecuente de inicio de un incendio, el agente ha destacado el uso sin autorización de herramientas que pueden generar chispas -como radiales- cerca de terrenos forestales o quemas agrícolas sin seguir la normativa.
Ha asegurado que, si bien la población de Cataluña ha aumentado en los últimos años, el porcentaje de este tipo de causas se ha mantenido estable, lo que denota la importancia de las campañas de sensibilización y del aumento de la capacidad de extinción de los fuegos.
La «ayuda inestimable» del Grupo Canino
La tarea de los Agentes Rurales se localiza en el terreno donde ha empezado el fuego, para conocer sus causas: se delimita la zona gracias a los indicadores que ha dejado el paso del fuego y se estructuran unas cuadrículas de investigación, llamados carriles, para examinar el suelo en busca de indicios.
Cuando no aparece una causa con claridad o los hallazgos apuntan hacia la intencionalidad, los agentes cuentan con la «ayuda inestimable» de dos perros del Grupo Especial Canino, que han sido adiestrados para detectar productos aceleradores del fuego y actúan en unos 20 incendios cada verano.
Una vez los perros detectan una sustancia, se recoge una muestra del suelo, se mide la cantidad de gases que emite y se envía a un laboratorio, para esclarecer qué producto es en concreto.