Vacaciones con conciencia: ¿Es posible viajar sin dañar el planeta?

Fotografía de archivo de la piscina del hotel rural. EFE/Marcial Guillén

Elena Sánchez Laso

Madrid, 30 jul (EFE).- A pocas horas de la operación salida de agosto, muchos viajeros se plantean cómo disfrutar de sus vacaciones sin dañar el planeta. No bajar los hábitos de reciclaje, fomentar el consumo responsable en los destinos o viajar de un modo ‘más lento’ son algunos de los consejos de los expertos.

¿Viajar es incompatible con cuidar el medio ambiente?, la respuesta no es un «sí o no» rotundo, sino una invitación a repensar cómo, cuánto y a dónde viajamos, afirma Asier Divasson, investigador de Sostenibilidad, Movilidad y Transición Justa en la Universidad de Deusto, quien precisa que el turismo es responsable del alrededor del 9 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Cambiar el «cómo» viajamos

Para Divasson, no se trata de dejar de viajar, sino de cambiar el paradigma del viaje. «Estamos detectando mucho la necesidad de salir del contexto, más que de viajar en sí. Muchas personas sienten que solo pueden desconectar de verdad si se alejan físicamente del entorno laboral o productivo».

El investigador señala que es posible desconectar sin necesidad de recorrer miles de kilómetros: «Podemos apagar el móvil y pasar un fin de semana cerca de casa, sin producir tantas emisiones, sin contribuir a la turistificación de ciertas regiones que ya están saturadas, y aun así lograr descansar».

A su juicio, viajar no tiene por qué estar reñido con cuidar el planeta, pero sí exige una reflexión honesta sobre los hábitos, privilegios y posibilidades: «Muchas veces, viajar menos, más despacio y más cerca, no solo es mejor para el planeta, sino también para nosotros mismos».

La sostenibilidad es social

Cuando se habla de sostenibilidad, tendemos a pensar en bosques, océanos o especies en peligro, pero Divasson recuerda que el concepto también incluye una dimensión social: «La sostenibilidad ambiental va de la mano de la sostenibilidad social. ¿Qué tipo de sociedad estamos fomentando con nuestras decisiones como viajeros?».

Para el investigador, la forma en que consumimos durante las vacaciones importa tanto como el destino: «Tenemos responsabilidad como consumidores. No solo por la huella de carbono del producto o servicio que elegimos, sino también por lo que ese dinero financia».

En este caso, precisa Divasson, la cuestión radica si en nuestras vacaciones apoyamos más a grandes plataformas comerciales o, si por el contrario, nos centramos más en negocios locales que sostienen el tejido social y cultural de una región.

Desde esta lógica, viajar de manera sostenible no implica solo reducir emisiones, sino también fomentar un turismo reconstructivo que refuerce la economía local, valore la cultura del lugar y contribuya a su preservación a largo plazo.

Sin embargo, advierte sobre el riesgo de que el turismo sostenible se convierta en una fuente de ecoansiedad y en este sentido, subraya que si una persona experimenta ansiedad al planificar sus vacaciones por ser coherente con sus valores medioambientales, «debe recordar que su salud mental es lo primero».

Slow travel: desacelerar también es sostenible

Frente al turismo rápido, de consumo y a menudo estresante, surgen alternativas como el slow travel (viaje lento), una forma de viajar que prioriza la calidad sobre la cantidad, la experiencia sobre la acumulación de destinos.

Está muy relacionado con dejar de lado el hiperproductivismo, es decir, no tener qué estar haciendo actividades todo el tiempo, porque simplemente se puede estar, habitar el lugar y disfrutar del espacio sin necesidad de consumir de forma constante, un estilo de vida, centrado en desacelerar, afirma Divasson.

Con el slow travel, el trayecto también se convierte en turismo haciendo pausas, conociendo localidades en el camino y de disfrutar del proceso de llegar, no solo del destino final, explica Divasson .

En ese sentido, el tren se presenta como el medio de transporte más sostenible, y además, como parte del propio viaje por lo que resalta el auge del Interrail entre jóvenes europeos como un buen ejemplo vacacional para recorrer Europa en tren, sin prisa, viviendo el trayecto como parte fundamental de la experiencia vacacional.

Pero si volar es la única opción, se puede considerar compensar las emisiones, reducir la frecuencia de vuelos y extender la duración de la estadía para que el impacto sea menor, y en el caso del alojamiento, elegir espacios comprometidos con la sostenibilidad puede marcar una gran diferencia.

Pese a las buenas intenciones, Divasson reconoce que la sostenibilidad no siempre es accesible y lamenta que hoy en día se trata más de un privilegio que de un derecho, ya que los ingresos monetarios, la ubicación y la falta de infraestructura dificultan el acceso a formas de viaje más sostenibles.