Valeria Corrales, finalista del Global Student Prize: Emociona saber que ayudo a la gente

La joven oscense Valeria Corrales posa con su robot 'Luna' durante una entrevista concedida a la Agencia EFE en Huesca. EFE/Javier Blasco

Naiare Rodríguez Pérez

La joven oscense Valeria Corrales posa con su robot 'Luna' durante una entrevista concedida a la Agencia EFE en Huesca. EFE/Javier Blasco

Zaragoza, 13 sep (EFE).- La joven oscense Valeria Corrales, una de los diez finalistas del premio Chegg.org Global Student Prize 2025 por su impacto significativo en el aprendizaje y en la educación STEM, ha asegurado que estar en esta lista es «increíble», pero lo más emocionante es saber que su trabajo «realmente está ayudando a la gente».

La joven oscense Valeria Corrales posa con su robot 'Luna' durante una entrevista concedida a la Agencia EFE en Huesca. EFE/Javier Blasco

Con 16 años, Corrales es una defensora de las STEM, innovadora social y creadora de contenido al haber cofundado hace siete años, junto con la ingeniera Patricia Heredia, ‘ValPat STEAM’, un canal de YouTube que ofrece educación gratuita en esta materia para estudiantes de habla hispana y que cuenta con 235.000 suscriptores.

Esta joven promesa de la tecnología ha reconocido en una entrevista con EFE que lo más difícil fue empezar porque este contenido no es lo más buscado en YouTube, donde la gente entra para divertirse y no para ver proyectos de robótica.

Pregunta: Ha sido seleccionada entre casi 11.000 candidaturas de 148 países. ¿Qué sintió al enterarse de que estaba entre los 10 finalistas del Global Student Prize?

RESPUESTA: Felicidad, obviamente. No me lo esperaba. Estar entre los 50 para mí ya fue como ganar, pero luego estar entre los 10 fue una sensación increíble. Estoy muy orgullosa y muy contenta porque significa que el trabajo que estamos haciendo realmente está ayudando a la gente.

P: ¿De qué trata concretamente el proyecto y cómo surgió la idea?

R: ValPat es un canal de YouTube cuyo objetivo es inspirar y motivar a niños, sobre todo a niñas, para que se introduzcan en el mundo de la tecnología, para que vean lo divertido y fácil que es.

Yo empecé a ir a robótica con ocho o nueve años cuando Patricia abrió la academia en Huesca. Hacíamos un montón de proyectos con Lego, con Microbit y muchas placas que no había visto nunca. Al principio grabábamos lo que hacíamos, pero, como era pequeña y no se me daba muy bien explicar, solo enseñaba el resultado final.

Nos dimos cuenta con el tiempo de que lo que hacíamos podía ayudar a otros y decidimos compartirlo con el mundo; nos parecía egoísta si nos lo quedábamos solo para nosotras. Así que empezamos a profesionalizar el canal, explicando paso a paso y enseñando kits accesibles a cualquier persona aunque tuviera pocos recursos.

P: ¿Cuáles han sido los principales desafíos que han encontrado al crear contenido educativo para niños y adolescentes?

R: Lo más difícil fue empezar porque este contenido no es lo que la gente de mi edad busca en YouTube. Los niños entran para divertirse, no para ver proyectos de robótica. También fue complicado que se engancharan a proyectos largos, ya que nos dimos cuenta de que los jóvenes prefieren videos cortos.

Resumir un proyecto de 15 minutos en un vídeo de un minuto al principio fue muy difícil. Y luego en la época de la covid se nos ocurrió la idea de hacer directos. El primer día fue un desastre, pero también aprendimos a hacerlo a base de probar y de intentarlo.

P: Apuesta por una plataforma accesible y gratuita para todos.

R: Sí, es muy importante. Cuando empecé en robótica, aún no existía la academia en Huesca y tenía que aprender online buscando recursos por mi cuenta. A veces encontraba proyectos interesantes, pero mal explicados y aburridos. Ahí pensé que, si a mí me interesaban y me costaba seguirlos, era complicado que a alguien sin interés le gustara. Básicamente fue por eso por lo que quisimos que cualquier persona pudiera acceder a nuestros vídeos, que fueran divertidos y fáciles, usando herramientas gratuitas.

P: Ha trabajado con instituciones o empresas como UNESCO, Google o Meta. ¿Le sorprende más estar en esas mesas de diálogo globales o comprobar que su mensaje llega a niñas y niños de comunidades pequeñas?

R: La verdad es que todo nos hace muy felices. Colaborar con instituciones tan grandes nunca pensé que me pasaría, es increíble y me sorprende un montón. Pero también llegar a niños, saber que les estamos ayudando, que hacen nuestros proyectos y que nos escriben con dudas… ¡Nos llena de orgullo!

P: Uno de sus grandes objetivos es reducir la brecha de género en tecnología.

R: Sigue siendo un gran obstáculo. No sabemos exactamente qué les frena, quizás el miedo o que les digan que es para chicos. Puede que piensen que no es creativo ni útil, no lo sé. Nosotras intentamos mostrarles que la tecnología también es para ellas, que es muy divertida y que se aplica a cualquier carrera. Hagas lo que hagas, la tecnología va a estar en tu futuro seguro. Por ejemplo, en medicina, la tecnología puede ayudar a crear brazos biónicos. ¡En cualquier profesión! Siempre les animamos a probar y, si luego no les gusta, no pasa nada. Pero que no se queden con ese miedo.

P: ¿Cómo compagina su día a día académico con sus iniciativas personales?

R: Este es mi sexto año en un instituto americano online. Al ser así, me organizo como quiero y eso me da tiempo para entrevistas, eventos y grabar vídeos. Creo que si estuviera en un instituto tradicional no tendría esa flexibilidad y, desde luego, sería mucho más difícil llegar a todo.

P: Si finalmente gana el premio, ¿en qué invertiría los 100.000 dólares?

R: Sería increíble ganarlo, pero yo ya estoy muy feliz de estar entre los finalistas. No obstante, el dinero lo invertiríamos en el canal. Hay mil cosas que podemos hacer y ahora mismo solo estamos Patricia y yo. Sería una ayuda increíble para llegar a más niños, profesores y familias. Ese ha sido siempre nuestro objetivo y lo seguirá siendo.