Vanessa Springora: «Cuando era joven, mi abuelo se vio seducido por los ideales nazis»

Después de la impactante 'El consentimiento', la escritora francesa Vanessa Springora publica 'El nombre del padre', una novela de no ficción en la que ahonda sobre su genealogía familiar, deteniéndose en las figuras de su padre y su abuelo, una obra de la que ha hablado con EFE. EFE/Marta Pérez

Irene Dalmases

Barcelona, 9 sep (EFE).- Cinco años después de la impactante ‘El consentimiento’, la escritora Vanessa Springora llega a las librerías españolas con la novela de no ficción, ‘El nombre del padre’, donde a partir de la figura de su progenitor y de su abuelo reflexiona en torno a lo que se «hereda con un apellido», sobre la identidad.

En una entrevista con EFE, ha rememorado este martes en Barcelona que su segunda obra nace un poco de la «concatenación» de varios acontecimientos, el primero de ellos, la muerte de su padre, un hombre mentiroso patológico, que «ocupaba» desde hacía años el piso de sus abuelos en la periferia de París, un lugar pequeño, que atestó de objetos y documentos, convirtiéndolo en una suerte de tugurio.

En medio de la conmoción que provocó la publicación de ‘El consentimiento’, donde relata el abuso que sufrió siendo menor de edad por parte del conocido escritor Gabriel Matzneff, Vanessa Springora tuvo que vaciar ese habitáculo, apareciendo ante sus ojos una fotografía de su abuelo Joseph, a quien ella creía un desertor checo que desobedeció a los alemanes y huyó de la dictadura soviética para instalarse en Francia, vestido con una ropa con símbolos nazis.

Publicado por Lumen en castellano y Empúries en catalán, en ‘El nombre del padre’, Springora, cual «arqueóloga de la intimidad», muestra los resultados de sus investigaciones tanto en Francia como en la actual República Checa, construyendo una obra que va de lo personal a la trágica historia de Europa del siglo XX.

Una impresión perturbadora

No rehuye que la primera impresión que tuvo al ver aquella imagen de su abuelo fue perturbadora.

«Ver sobre el cuerpo de una persona querida, de alguien que fue como mi otro padre, del que conservo imágenes luminosas, el símbolo del mal absoluto, no pudo ser si no una sorpresa muy desagradable, tanto en lo afectivo como en lo intelectual, pero, al mismo tiempo fue pensar, ahhhh, este era el secreto que había, la respuesta a preguntas que llevaba años haciéndome sobre los orígenes de mi abuelo y de mi apellido», confiesa.

En el libro, que la ha llevado a entrevistarse con familiares en Moravia y a visitar archivos de allí, se pregunta por qué no destruyó esas fotografías, por qué las guardó toda su vida y luego las heredó su padre.

«Una explicación -prosigue- es que quería, de alguna manera, legarnos una verdad, que averiguáramos las dudas que teníamos sobre su pasado, pero también me planteo que tal vez sintiera un vínculo afectivo por lo que muestran las fotos, cuando era joven, guapo, en sus primeros años de compromiso político, en los Sudetes, una zona donde hablaban en alemán».

La escritora tampoco descarta que para su abuelo destruir esas instantáneas hubiera supuesto «destruir una parte de sí mismo, de sus creencias» y no puede evitar pensar, asimismo, que no lo hizo porque «sentía cierto orgullo de aquello».

Por otra parte, cree que esas imágenes, así como los documentos guardados configuraron un piso de apenas dos habitaciones que «contenía» toda la historia del siglo XX, «todos los sucesos que lo sacudieron».

El fascismo es cada vez más tentador para muchos

Vanessa Springora considera, además, que todo aquello que quedó allí guardado es la constatación de que, en un momento de su juventud, su abuelo «se vio seducido por los ideales nazis, creyó que había una serie de jerarquías sociales y étnicas, creyó que había demasiados extranjeros y que merecían ser exterminados porque no se integraban».

«Creo que ahora hay que ser muy prudentes y, a la vez, muy conscientes de que el fascismo cada vez es más tentador para mucha gente, de la misma forma que lo fue en la época de mi abuelo. Nos encontramos ahora mismo con una oleada que amenaza con arrastrarlo todo en Europa», apunta.

Aunque no cree en la literatura con mensaje, Vanessa Springora sí cree en el compromiso y en que hay concomitancias con aquel momento.

En su opinión, «nos encontramos en un momento muy peligroso en el que pesan amenazas sobre la democracia y el futuro de la Unión Europea» y la situación de Ucrania «guarda unos paralelismos muy parecidos» con aquel período, antes de la Segunda Guerra Mundial.

Se considera pacifista y favorable a «agotar» todos los medios antes de entrar en una guerra, pero, al mismo tiempo, aboga para que se «paren los pies al imperialismo».